Pedro Fernández: «Seamos puerta abierta a la esperanza de todos aquellos que la han perdido»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Ante la cercanía de la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona del mundo penitenciario, del 17 al 24 de septiembre, la Delegación de Pastoral Penitenciaria celebra su campaña de sensibilización por parroquias, grupos y movimientos, en la que profundizan en la realizada de las personas privadas de libertad y la presencia de la Iglesia en los centros penitenciarios. Así explicaba dicha campaña el delegado, el trinitario Pedro Fernández Alejo, en los programas religiosos de COPE Málaga.

En el Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre celebrarán la Eucaristía de la Merced el 21 de septiembre, a las 10.00 horas

Esta semana de sensibilización se acoge al lema del Jubileo 2025, «Abrazados a la esperanza». Aquí pueden consultar el material que han preparado desde la Delegación de Pastoral Penitenciaria. 

En el Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre celebrarán la Eucaristía de la Merced el 21 de septiembre, a las 10.00 horas. 

El delegado ha enviado a las parroquias y comunidades una carta invitando a vivir estos días:

«Este es el grito, la súplica y la oración más sentida que expresan las personas privadas de libertad en este día 24 de septiembre, dirigida a la Madre de Merced y Gracia llena como Patrona   de los presas y presas.

Entre otras muchas pérdidas y carencias que padecen quienes ingresan en prisión es la de la ESPERANZA. La persona detenida ya no es dueña de sí misma. Es el símbolo de la marioneta manejada, manipulada, dirigida, apropiada por un sinfín de personas, instituciones, circunstancias que deciden en su nombre y determinan lo que debe ser y debe hacer esa “persona” en manos de los agentes de la sociedad, de la ley, la justicia y el cumplimiento de la pena en un recinto cerrado.

Decimos en el refranero que la “esperanza es lo último que se pierde”, pero no se cumple así en el caso del privado de libertad. La esperanza, apoyada en la incertidumbre, la soledad, la angustia, el abandono, la inseguridad, la nulidad casi como persona, es lo primero que se pierde.

Por eso el Papa Francisco nos brinda una oportunidad a la comunidad católica y a la sociedad en general, para recuperar y reafirmarse en la Esperanza. Y para ello nos convoca a vivir un Jubileo, desde el día 24 de diciembre de 2024 y para todo el año 2025, centrado en “La Esperanza no defrauda”. 

Toda la Iglesia, desde la Pastoral Penitenciaria, quiere orientar su misión evangelizadora en los Centros Penitenciarios, transmitiendo a todas las personas encarceladas que, a pesar de tantas y tantas experiencias frustrantes, desoladoras y dolorosas que hay en sus vidas, es posible recuperar la fuerza y la energía que da la Esperanza humana y cristiana. En palabras de Pablo “la esperanza no defrauda” (Rom 5,5). 

Nuestra presencia en la vida los presos y presas está marcada por esa fe firme y convencida de que, a pesar de tantas situaciones desgraciadas vividas, es necesario “Abrazarse a la esperanza”, como única tabla de salvación que motiva y enardece para seguir luchando en la recuperación de los valores humanos, de la fe en Cristo, fuente y raíz de nuestra Esperanza, en la conquista de la verdadera libertad que nace del espíritu y desborda hacia todas las realidades de la vida de cada persona.

Los cristianos comprometidos en la Pastoral Penitenciaria hemos de ser los primeros que en vivir “abrazados a la esperanza”, siendo para cada preso una luz que les motive a recuperar espacios vitales perdidos en el deambular de una vida destrozada por el vacío, la ausencia de valores, la pérdida de la fe y la libertad.

El Año Jubilar se inicia abriendo las Puertas a la Esperanza. Nosotros, como Iglesia, entramos en las cárceles porque hay quienes nos abren muchas puertas, tanto las de hierro como las que permiten nuestra presencia en el interior. Por ello también nosotros, acompañando a las personas presas, vamos posibilitando que cada una de ellas encuentre motivos para ir abriendo las puertas de su mente y su corazón y den lugar a que en ellos penetre la ESPERANZA como luz, fuerza y confianza de que es posible ser persona, es posible ser cristiano, aún en situación de cárcel.

La Pastoral Penitenciaria, como otras pastorales de frontera, vamos abriendo puertas de esperanza para tantos hermanos nuestros que necesitan cristianos samaritanos capaces de transformar la desgracia y el dolor, el desprecio y la exclusión en caminos de esperanza liberadora.

La Pastoral Penitenciaria organiza, a nivel nacional, la semana del 17 al 24 de septiembre, un tiempo de  preparación para la Fiesta de Nuestra Madre de la Merced, vamos abriendo caminos de Esperanza que nos lleven a adentrarnos en el corazón de nuestra Iglesia y de la conciencia de los cristianos para conseguir que todos abramos nuestros corazones y podamos acompañar a nuestros hermanos privados de libertad en su proceso de vivir su presente y de mirar su futuro con esperanza, siempre “abrazados a la esperanza que nunca defrauda” sabiendo que en esa lucha hay muchos pies que les acompañan, muchas manos que les abrazan y muchos corazones que les aman».

Pedro Fernández Alejo, trinitario

Delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria

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