A las once de la mañana (hora canaria) de este lunes 16 de septiembre, se ha hecho pública la aceptación, por parte del papa Francisco, de la renuncia presentada al gobierno pastoral de la diócesis Nivariense del obispo Bernardo Álvarez.
De este modo, a partir de este momento, la diócesis está en “sede vacante”. Por ello, cesa la potestad de los vicarios generales y episcopales, y quedan disueltos el Consejo Presbiteral y el Consejo Diocesano de Pastoral, correspondiendo al Colegio de Consultores el gobierno de la diócesis hasta el nombramiento del administrador diocesano. En el caso de nuestra diócesis, la Santa Sede ha dispuesto que se proceda a la elección del administrador diocesano por parte de dicho organismo.
El Colegio de Consultores ha sido convocado para este martes. Se trata de un grupo de sacerdotes al que el Derecho Canónico encomienda la misión de asesorar al obispo diocesano en los temas de mayor importancia. Cuando la sede queda vacante le corresponde elegir al administrador diocesano que regirá la diócesis hasta la toma de posesión del nuevo obispo.
El ahora obispo emérito, Bernardo Álvarez había pedido que este proceso de su renuncia se realizara lo antes posible debido a su estado de salud. En este sentido, al final de la Misa del pasado 4 de septiembre, en el decimonoveno aniversario como obispo Nivariense señaló: “Damos gracias a Dios por estos 19 años al frente de esta diócesis. Espero que, pronto, el Papa nombre a otro obispo porque estoy delicado de salud. Un obispo que sea capaz de pastorear esta diócesis con espíritu de servicio y de amor a todas las personas. Les invito a rezar por mí para que el Señor me dé fortaleza y paciencia para afrontar la situación que estoy viviendo. También oremos los unos por los otros, por esta diócesis, para que el Señor nos mande un buen pastor”.
Obispo Nivariense desde 2005
Bernardo Álvarez fue párroco en cuatro destinos pastorales diferentes durante 11 años. Además, tuvo diversas responsabilidades diocesanas. En mayo de 1999, fue elegido vicario general.
Nombrado obispo de Tenerife el 29 de junio de 2005, recibió la ordenación Episcopal el 4 de septiembre de ese año en la parroquia de la Concepción de La Laguna, entonces Sede Catedralicia provisional.
En la Conferencia Episcopal Española ha sido miembro de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios, y presidente del Comité Nacional del Diaconado Permanente.