En el octavo día de la novena a la patrona de Sevilla, la Virgen de los Reyes, el canónigo Antonio Bueno se ha detenido en una virtud teologal: la caridad.
ha comenzado su predicación destacando que la santidad consiste en alcanzar lo que ha denominado como «la perfección en el amor». A la luz de la primera carta del apóstol san Juan, “Dios es Amor”. «Por eso, cuando alcanzamos la cima de nuestra vida espiritual, es decir, nos unimos de manera perfecta a Cristo, nuestro amor alcanza su plenitud». De nuevo, se ha servido del ejemplo de la Virgen María: «Ella subió la montaña para visitar a su prima Isabel. Este hecho, aunque parezca irrelevante, es de una gran importancia, ya que nos enseña que solo podemos amar a Dios, amando a los hermanos».
En este punto ha subrayado que «no caben atajos»: «No podemos amar a Dios, sin amar al prójimo. Por consiguiente, el amor cristiano nunca puede ser teórico y platónico, sino real y encarnado». En este sentido ha afirmado que un cristiano «no puede amar simplemente de palabra y de boca, sino con obras concretas». Aludiendo a la parábola del buen samaritano, ha recodado las tres actitudes que tenemos ante el prójimo: «La que dice todo lo tuyo es mío (representada por los bandidos y ladrones), la que dice tú con lo tuyo y yo con lo mío (representada por el sacerdote y el levita)y, finalmente, la que dice todo lo mío es tuyo (representada por el buen samaritano)».
Antonio Bueno ha concluido su homilía exhortando a que «la Iglesia se convierta en Iglesia samaritana, habitable y hospitalaria, que sea hogar y posada donde todos se sientan acogidos, especialmente los que no tienen trabajo, los que no tienen un hogar, los enfermos, los emigrantes, los refugiados, los presos».
La colecta de hoy se ha destinado, como otros años, a Regina Mundi.
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