Rafael Poyato imparte Religión en el Carmen de Burgos de Cabra y en Ntra. Sra. de los Remedios de Zuheros
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En los centros andaluces hay un alto porcentaje de matriculaciones en la asignatura de Religión Católica. Supera de media el 70%, ¿qué factores cree que influyen en la alta aceptación de la asignatura por parte de las familias y los jóvenes?
Hay varios factores que influyen en que la asignatura de Religión sea tan aceptada por parte de las familias y del propio alumnado, pero en mi opinión, hay dos que predominan sobre los demás. Por un lado, destacaría la cultura en la que estamos inmersos y como ésta ha ido pasando de generación en generación, de padres a hijos. Por otro lado, considero que la principal causa sería la propia esencia de la asignatura destinada a formar personas íntegras, empáticas y humildes. En definitiva, una asignatura destinada a promover una serie de valores que lleven a la persona a desarrollarse de forma humana y espiritual.
El ser humano es un ser intrínsecamente espiritual que necesita una relación diaria y cotidiana con Dios, por lo que se hace indispensable crear este vínculo con Él desde la más tierna infancia. Estas son las razones que considero que llevan a que las familias tomen la decisión de matricular a sus hijos en esta asignatura.
¿Considera que la materia de Religión y su profesorado tienen el tratamiento que merecen equiparable a las demás materias?
Desgraciadamente, desde mi punto de vista, la materia de Religión en la actualidad está devaluada en comparación con el resto de materias, ya que la finalidad de la mayoría de asignaturas es alcanzar una serie de conocimientos académicos, dejando en un segundo plano la promoción de una serie de valores y objetivos que llevan a que estos niños se conviertan en personas honestas, bondadosas y de buen de corazón. Personalmente, considero, que dejar de lado el desarrollo de la persona y su moral a cambio del desarrollo intelectual es un grave error de la sociedad en la que vivimos, en la que se está suscitando más la valoración y promoción de conocimientos académicos que la promoción de personas con un corazón puro y noble, lo que conlleva un gran perjuicio para nuestra sociedad.
En lo que se refiere a la figura del profesor de Religión, considero que depende en gran medida de la comunidad educativa en la que esté inmerso el centro, ya que si ésta entiende su importancia tendrá una mayor relevancia en la misma, mientras que, por otro lado, si no lo hace, la figura del profesor de Religión se verá apartada y relegada a un segundo plano. En mi caso estoy contento y feliz de llevar a cabo mi labor en mis dos colegios ya que me siento bien considerado y tratado por mis compañeros.
¿Qué niño/joven de hoy es el que acude a las clases de religión?
Por lo general, los alumnos que cursan Religión provienen de familias creyentes, las cuales quieren transmitir esos valores que ellos poseen y ven necesarios a sus hijos. Estas familias suelen pertenecer a cofradías, grupos y movimientos cristianos de sus respectivas parroquias y normalmente sus hijos e hijas suelen seguir estos mismos pasos.
Finalmente, un factor común para todos, es su deseo de seguir creciendo y formándose en la fe, siguiendo los pasos de Jesús como su mayor ejemplo de empatía, tolerancia y amor en un mundo muy necesitado de personas que posean estos valores.
¿Qué aporta el estudio de esta materia al perfil académico del alumno?
La aportación de la asignatura de Religión Católica hacia el alumnado es la de formarlos para que lleguen a ser personas de fe, capaces de donarse al prójimo poniendo a Dios y Jesús como pilares fundamentales en sus vidas, siendo participes de su historia, su sacrificio y su amor por nosotros. Así como lograr que a través de Dios den respuesta a las dudas y problemas que puedan surgir a lo largo de su vida. Para esto es muy importante la labor que nosotros como docentes realizamos, ya que estamos llamados a transmitir y enseñar algo tan maravilloso como es el amor, tanto a Dios como al prójimo.
Dios nos da una misión muy importante y para ello tenemos que ser sal en la tierra y luz en el mundo, predicando con el ejemplo y la obra que Dios nos encomienda, y a través de la cual, alcanzaremos la verdadera felicidad.
¿Qué aportación hay más grande que transmitir felicidad a un mundo cada vez más solitario y triste? Nosotros como docentes, tenemos la misión de seguir este ejemplo y enseñar a través del corazón, creando un vínculo especial con el alumnado y siendo a la vez ejemplo y refugio para ellos, atendiendo, de esta forma, sus necesidades e incertidumbres.
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