Las malditas guerras destruyen la vida y el futuro de las personas. Además, amenazan o directamente ponen en jaque la estabilidad mundial. En el colmo del despropósito la población civil es protagonista directa del conflicto bélico.
La cultura de la muerte instalada en nuestras sociedades, apoyada por una mayoría sensible, ve con buenos ojos la eutanasia o el aborto; recientemente una mayoría del Parlamento Europeo insta a los Estados a reconocer la interrupción voluntaria del embarazo, como “derecho fundamental”. ¿Dónde quedan los derechos del nonato? Todo un escenario que apunta hacia un cambio de época o hacia nueva etapa en la historia de la humanidad. Habrá que rezar y reflexionar como cristianos hacia dónde queremos ir o hacia dónde estamos yendo porque decisiones y pasos que demos tienen sus consecuencias, en muchos casos de gran trascendencia. Eludir u omitir tomas de postura podría ser, además de pecado grave, muy arriesgado.