Antonio Herrera, que es director territorial en Córdoba y Málaga de la Fundación Don Bosco lleva trabajando en este proyecto de promoción y acompañamiento a jóvenes desde los inicios de la que hoy es una fundación de referencia para Andalucía. Su labor le enseña cada día que la dedicación al joven para que descubra la motivación y se reconozca válido y competente en su vida es la clave de su progreso
¿Cómo es el día a día en esta fundación, don Bosco?
Yo lo resumiría en un día a día feliz y un día a día vivo. Desde primera hora de la mañana estamos atendiendo a personas, fundamentalmente jóvenes, atendiendo sus dificultades, buscándoles empleo. Hay proyectos que funcionan durante todo el día, son proyectos residenciales abiertos 24 horas, 7 días a la semana. Lo que intentamos es hacer feliz a las personas que atendemos.
¿Cómo son los jóvenes que llaman a vuestra puerta?
Son chicos y chicas a los les que no les ha ido bien su estancia en los institutos, tienen un nivel formativo muy bajo, y a nivel curricular una gran mayoría no tienen el graduado escolar. A partir de ahí hacemos un trabajo más específico con ellos, de motivación sobre todo, para que ellos vean la valía que tienen. Deben empezar a trabajar y a sacarse el graduado escolar y a continuación puedan empezar con formaciones más específicas. La otra línea está dedicada a chicos y chicas de fuera de España, una realidad compleja y muy dificultosa. Han llegado aquí muchas veces en pateras, incluso a nado, en situaciones muy delicadas, incluso se han jugado a la vida, para poder buscar un futuro mejor. Son chicos que fundamentalmente han estado tutelados por la Junta de Andalucía y otros que no tienen hogar. Les proporcionamos a una gran mayoría un itinerario que en algunos casos se dispone de viviendas para que estos chicos puedan salir adelante.
¿Cómo se acomete esta situación desde la Fundación?
La Fundación Don Bosco, como estrategia de funcionamiento, lleva muchos años desarrollando mucha variedad de proyectos que le permiten que un mismo chico o chica pueda tener una intervención lo más integral posible dentro de nuestra estructura. Por eso desarrollamos proyectos, programas residenciales, programas socioeducativos, programas de inserción socio laboral que nos permiten hacer itinerarios mucho más especializados en la necesidad concreta que tenga en cada momento el joven y que nos permitan también un tiempo de intervención. Proyectos de poca duración hacen bien a las personas, pero no cambian realidades, no cambian la realidad y no cambian en muchas ocasiones la problemática de estos chicos, porque también necesitan tiempo, vinculación y que se sientan queridos.
¿Qué significa seguir los pasos de San Juan Bosco?
San Juan Bosco es la figura referencial. Siempre digo que no todo el mundo que trabaja con nosotros viene del ambiente salesiano pero las personas que vienen de fuera se enganchan al sistema, se enganchan a la forma de trabajar, a la cercanía que mostramos con los jóvenes: hay que pasar tiempo con ellos, hay que darle otras alternativas distintas, y al final eso es lo que Don Bosco promovió. Tuvo la lucidez en ese momento y fue referente en la educación en ese momento, cuando se educaba de otra manera completamente distinta. Obviamente, al final, esto tiene que salir de Dios porque si no, hubiera desaparecido.
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