Juan Antonio García Sánchez es coordinador de cuidados de la UGC (Unidad de Gestión Clínica) de salud mental del Hospital Regional Universitario de Málaga y ha participado en la Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud, que este año llevaba por lema «Dar esperanza en la tristeza» y tuvo lugar el sábado, 3 de febrero, en Casa Diocesana.
¿Va a ser el ponente de las Jornadas de Pastoral de la Salud?
Así es, soy compañero desde hace muchos años de José Ignacio Bermúdez, el delegado de Pastoral de la Salud, y cuando me ofreció esta posibilidad me pareció muy interesante poder contar mi experiencia y aportar lo que pueda desde ella.
¿Qué me puede decir del lema de este año?
Pues que además de bonito es interesante, pero, sobre todo, muy actual, porque la situación que tenemos ahora mismo es complicada desde muchos puntos de vista y, en concreto, en el tema de las personas de la tercera edad, las dependientes y las que presentan patologías crónicas. Muy relacionado, también, con la prevención del suicidio. De hecho, una de las intervenciones enfermeras que nosotros trabajamos siempre se llama precisamente “dar esperanza”. Es decir, que el lema no puede ser más oportuno para lo que voy a contar desde mi visión como enfermero de salud mental, porque la esperanza es muy necesaria y se llevan las dificultades mucho mejor cuando tienes esperanza y tienes donde agarrarte cuando la vida se pone un poco cuesta arriba.
¿Puede uno tener ciertas claves para tener la esperanza más cerca?
Claro, esa es mi idea. Las enfermeras se suelen relacionar mucho con inyectables, vacunas, extracciones de sangre. Pero las enfermeras de salud mental usan otras herramientas como el apoyo emocional, la escucha activa, la empatía, el acompañamiento y la presencia. Es decir, hay muchas intervenciones que son propias de cualquier enfermera en cualquier parte del hospital, pero que en salud mental las trabajamos con mucha más importancia, porque nuestros pacientes lo que necesitan es que los escuchemos, que estemos con ellos, que les demos apoyo y que los ayudemos a saber y a entender que se puede salir de situaciones complicadas. Y esto, creo que viene muy bien para las personas que acudan a estas jornadas. Aunque desde una visión más técnica, al final, hacemos lo mismo, que es estar con las personas y escucharlas. En definitiva, estar con ellas, atenderlas, apoyarlas, darles esperanza e ilusión. Esto son también técnicas muy enfermeras, pero que hacemos todos. Y a mí me gusta darle mucha importancia, porque cuando una enfermera está sacando sangre también está escuchando y tocando a la persona, por lo que debemos ser empáticos. Igualmente, cuando tenemos que trabajar en los domicilios y estamos con personas que están sufriendo o en un momento delicado de su vida.
¿Quiénes son los que más necesitan esos cuidados?
Tendemos a pensar en las personas mayores, pero es que también hay muchos niños con enfermedades crónicas, con patologías y dependientes y muchos adultos que no llegan a ser todavía personas mayores, pero igualmente presentan procesos patológicos importantes. Cuando estás solo, eres mayor y encima tienes, porque es lógico, alguna patología añadida, llevar el día a día se hace más difícil. Por eso es tan necesario alguien en quien apoyarte, que te escuche o esté contigo.
¿Y qué podemos hacer cada uno de nosotros?
Mi idea es explicar que seguramente estamos haciendo lo que se puede hacer, pero no somos conscientes de la importancia que tienen nuestras intervenciones. Yo lo resumo en cinco puntos: que el entorno en el que se encuentra la persona sea un entorno agradable, confortable y sobre todo seguro. Eso es fundamental para empezar a trabajar. Las personas tienen que ser conscientes de que nosotros estamos preocupados de que estén en un entorno lo más agradable, y lo más seguro posible. Después, que estemos pendientes no sólo de los cuidados físicos, nadie se queda tan tranquilo cuando alguien le dice que tiene un dolor o que tiene fiebre o malestar físico. Sin embargo, cuando te dicen que están tristes o que están solos, pues a veces le hacemos caso o no, porque lo psicológico se nos suele olvidar. Pero tan importantes son los cuidados físicos como los psicológicos para los profesionales o los cuidadores. El apoyo emocional debe ser constante y a cualquier persona le hace falta tener a alguien ahí que le escuche, que le ayude, que le asesore, todo esto es muy importante. Además, que la comunicación que tengamos con esas personas sea efectiva, porque muchas veces nos parece que quitando importancia a las cosas o con los silencios ayudamos, y nos equivocamos. Muchas veces lo que decimos por querer agradar o querer ayudar empeora las cosas, porque la persona dice: le he contado una historia y me ha contestado con una evasiva o me ha dicho: “no te preocupes”, y eso no es lo que necesita. Nuestra comunicación tiene que ser muy efectiva en cuanto a lo que decimos. Y como quinto punto, debemos cuidarnos nosotros. Una persona que esté en constante trabajo o acompañamiento con este sufrimiento también tiene que cuidarse. Una persona que no se cuide a los tres días, a los tres meses o a los tres años de estar cuidando personas con problemas, puede también terminar teniendo problemas. Es muy importante que nuestra salud mental también esté muy cuidada y trabajada para seguir atendiendo bien a las personas.