Que nunca pasemos de largo de los necesitados
“Vio al herido, pero pasó de largo” (Lc 10,31)
Reflexión día 4: Domingo, 21 de enero
El sacerdote y el levita que pasan de largo pueden haber tenido buenas razones religiosas para no ayudar: necesitaban estar preparados para realizar ciertos rituales religiosos y podrían haberse arriesgado a la contaminación ritual si el hombre hubiera estado muerto. Sin embargo, en muchas ocasiones, Jesús critica el liderazgo religioso por poner las reglas de la religión por delante de la obligación de hacer siempre el bien.
El comienzo del texto de la Semana de Oración nos dice cómo el maestro de la ley quiso justificarse. El sacerdote y el levita en la parábola se habrían sentido justificados en lo que habían hecho. Como cristianos, ¿estamos dispuestos a ir más allá de lo convencional? A veces, nuestra miopía eclesial, culturalmente condicionada, puede impedirnos ver lo que se nos revela en la vida y en el testimonio de tantas hermanas y hermanos de otras tradiciones. Cuando abrimos nuestros ojos para reconocer el amor de Dios revelado en nuestros hermanos cristianos, nos acercamos más a ellos y nos sentimos atraídos a una unión más profunda con ellos.
Esta parábola de Jesús no solo nos desafía a hacer el bien, sino también a ampliar nuestra visión. No solo aprendemos lo bueno y santo de aquellos que comparten nuestra cosmovisión confesional o religiosa, sino también de aquellos que son diferentes a nosotros. El buen samaritano es muchas veces quien menos esperamos.