Bautismo de Cristo en el Jordán (hacia 1688-1693)

Bautismo de Cristo en el Jordán (hacia 1688-1693)

Sobre un paisaje imaginario del río Jordán, Jesús, con el torso y piernas desnudos, parcialmente despojado de la túnica blanca, recibe el agua purificadora de manos de Juan el Bautista, que se inclina hacia Jesús desde un risco a cierta altura del agua. El Bautista, vestido de pelo de camello color buriel y manto rojo, porta en su izquierda la cruz alta, con la banderola del Agnus Dei, y con la derecha derrama el agua sobre la cabeza del “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Mientras tanto, un ángel sostiene a Cristo su manto. En un rompimiento de gloria, entre nubes blancas, aparece el Espíritu Santo en forma de paloma y el Padre eterno, representado como el venerable “Anciano de muchos días”. Unos querubines contemplan gozosos la escena.

El evangelista San Mateo narra el episodio como un familiar y respetuoso forcejeo entre Juan y Jesús. Juan reconoció a Jesús como el Mesías, por las señales proféticas que él había presentido, y que en efecto e produjeron. Jesús quiso someterse en todo a la condición humana, y quiso dar ejemplo al aceptar la invitación a la conversión, a pesar de no necesitarla. “Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua y he aquí que se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz del cielo que decía: Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido” 1

Es de destacar el desnudo de Cristo, de correcta anatomía, que refuerza su naturaleza humana. La disposición de la túnica evoca el perizonium que le cubrirá cuando cuelgue de la cruz. A un tiempo se muestra como perfecto hombre y como perfecto Dios, al recibir el testimonio de su filiación divina por parte del Padre, y de su unción como Mesías por el Espíritu.

En la parroquia del Salvador de Escacena se sitúa en la capilla bautismal. Es muy probable que fuera encargado en cumplimiento de los mandatos de visita de don Jaime de Palafox y Cardona (arzobispo de Sevilla entre 1684 y 1701). En la visita canónica de 1688 ordenó colocar en la pila bautismal una taza de piedra y un sumidor, y decorar la capilla bautismal con una pintura del Bautismo de Cristo2. Y en la visita de 1693 se dispuso hacer una taquilla en el ángulo del Baptisterio3.

Fue restaurado en los años 80 del pasado siglo por José Vázquez Sánchez.

Manuel Jesús Carrasco Terriza


  1. Mt 3, 16-17. Mc 1, 9-11. Lc 3, 21-22. Jn 1, 31-34.
  2. AGAS, Libro de Visitas nº 4. Escacena. Año 1688, mandatos 6 y 8. GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan
    Miguel y CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, Catálogo monumental de la provincia de Huelva, t. I, p. 238.
  3. AGAS, Libro de Visitas nº 6. Escacena. Año 1693.

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