HOMILÍA EN LA ORDENACIÓN PRESBITERAL DE JESÚS RICO

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Jr 1,4-9 Donde yo te envíe irás   Sal 88 Cantaré eternamente tus misericordias Señor   1Pe 5,1-4 Dios da su gracia a los humildes   Jn 15, 9-17 Yo os he elegido a vosotros

Querida Comunidad. Especialmente os saludo a vosotros los padres de Jesús: María Paz y Jesús, que con vuestra familia y amigos venís a la ordenación de vuestro hijo. Recibid mi enhorabuena, mi cariño y el de toda la diócesis. Qué pensará una madre cuando escucha “¡antes de que te formaras en el vientre materno te elegí!”. Sres. Rectores, formadores y seminaristas de Almería y Cartagena-Murcia. Comunidades y párroco de Somontín, Suflí, Sierro, Urracal y Purchena, donde Jesús hizo el año de pastoral y fue ordenado de diácono, el 8 de julio pasado. Comunidades de Campohermoso, Pueblo Blanco, las Negras, Rodalquilar y Fernán Pérez, Sr. Párroco y Sr. Acalde de Níjar, donde Jesús ha ejercido el diaconado durante estos últimos meses.  Jóvenes, de todas estas comunidades parroquiales. Sr. Párroco y comunidad parroquial de Santa Teresa de Almería, que como dijiste ayer en la radio, tanto te han acompañado. Queridos Vicario General y de Evangelización, Sr. Deán y Cabildo de esta casa madre, que celebramos el año santo en su quinto centenario. Sacerdotes, diáconos y diáconos permanentes, religiosas y religiosos de la vida consagrada, hermanas y hermanos de esta iglesia apostólica que ha seguido, hasta nuestros días, la misión evangelizadora de San Indalecio y que hoy, especialmente, se siente orgullosa y esperanzada. Nos felicitamos porque “el Señor ha estado grande con nosotros”.

Querido Jesús, … a ti te saludo el último, como el Señor, que no vino a ser servido sino a servir. He contemplado en oración las lecturas que has propuesto para tu ordenación. Mira, hoy finaliza tan solo una etapa en tu vida vocacional y espiritual, etapas tan unidas. No se puede entender la vocación sin el Espíritu, porque no es un camino de voluntarismo, es un camino para escrutar y discernir la voluntad de Dios, dejándonos arrastrar por el Espíritu que todo lo mueve, que todo lo puede. No olvides que el camino vocacional es un aprendizaje del camino de la misericordia.

Ahora continuas este camino como pastor y como pescador, dos caras de este diamante que significa ser elegido entre todos para ser su sacerdote, su presbítero o anciano (con la sabiduría de Dios), en medio de su pueblo. El “su” de Cristo elimina todos los “tu” posesivos, nada nos pertenece. Por eso nuestras actitudes nada se tienen que parecer, ni por asomo, a las actitudes de los poderes de este mundo: “no sea así entre vosotros”, es el incesante anhelo del Señor. Nosotros le decimos al Señor: “mira que soy un niño y no sé ni hablar”, como hemos escuchado en la primera lectura, y aun así ¡cuánto hablamos! Si él te eligió y has dicho sí, (otras personas dicen no), le perteneces y tan sólo son sus palabras las que deben de salir de tu boca.

En el tiempo que se escribió la Primera Carta de Pedro, que has elegido como segunda lectura, el rechazo hacia el estilo de vida de los primeros cristianos producía burlas, hostilidad y persecución. Y ¿Cuál es la súplica del autor a estas comunidades?: ¿enfrentamiento? ¿insultos? ¿prepotencia? ¿razonamientos? ¿soberbia? Nada de esto, resuenan en toda la carta las palabras del Señor: “sed compasivos y misericordiosos”, “sed humildes y a los insultos responded con bendición” (qué difícil es esto) … “que todos se convenzan por vuestra conducta”. Una buena conducta vale más que un gran sermón. Y después, en los versículos que has elegido, dice especialmente a los presbíteros: “no actuéis como déspotas, … no pastoreéis a la fuerza, sino con entrega generosa, … Dios da su gracia a los humildes”. Ves, querido Jesús, como esta tarea vocacional y espiritual nunca llega a su fin.

Estos caminos de misericordia, en un mundo no más convulso que el de la primera predicación evangélica, son los únicos que nos pueden llevar a Cristo y llevar a Cristo a los demás. Las diatribas en la familia, en la calle, en las redes sociales e incluso en las parroquias, nos llevarán al enfrentamiento, pero nunca a la conversión del corazón, pues nacen del orgullo y de posicionamientos ideológicos, nos solo políticos sino incluso religiosos, que nos llevarán a la destrucción y al sectarismo más radicalizado. Para empezar, nosotros nos somos los “puros” y el que diga lo contrario se desliza por sendas farisaicas. Somos los amigos del Señor, sus hermanos, con nuestras carencias y nuestros pecados y un mandato, que nos amemos como él nos ha amado y para eso hemos sido elegidos. He descubierto que los grandes maestros espirituales fueron misericordiosos con los demás y muy exigentes consigo mismos. Que todos se convenzan por vuestra vida, ahí radica la verdadera autoridad.

En esta etapa que hoy comienza son fundamentales las etapas de crecimiento que hemos vivido en el Seminario. Allí, en la oración, el estudio y, no lo olvidemos nunca, la vida comunitaria, han sembrado la semilla para que, a partir de ahora, la oración, el estudio y la vida comunitaria sigan siendo nuestros cimientos. Primero oramos para y por los demás, seguimos estudiando por y para los demás, vivimos alentando y construyendo comunidad. Sin este trípode, difícilmente podemos mantener nuestra vida pastoral y evangelizadora.

Los sacerdotes, después de las primeras lunas de miel, tenemos el peligro de adocenarnos y vivir de las rentas, sin darnos cuenta que todo cambia, ¡y con qué vértigo! Por eso os insisto siempre en dos cosas: un continuado “diálogo en el espíritu” con otra persona creyente, más mayor y experimentada que nosotros, y una convivencia fraterna con el presbiterio y en los equipos arciprestales. Si no, como dice el Papa, nos convertiremos en solterones, raros y amargados, donde la culpa de nuestra insatisfacción la tiene siempre los otros, incluso el obispo.

El crisol purificador de todo seguidor de Cristo es la vida comunitaria (laicado, vida consagrada, diáconos y sacerdotes, con vuestro obispo). Vivir con y para los demás, es decir vivir dentro del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, hace que no caigamos en soberbia, no nos creamos los únicos salvadores, ni hagamos castillos en el aire. Esto les pasa a los sacerdotes que se quedan solos. Por eso, en el Seminario, nos han ayudado a buscar la justicia de Dios, que tanto tiene que ver con la santidad, y no a ser justicieros, que tiene que ver con el poder; nos han educado en la pureza del corazón, y no a ser puritanos; hemos orado y estudiado para buscar los fundamentos de la fe, y no para ser fundamentalistas. Todos, comenzando por mí, debemos revisarnos, pues esto que os digo es un peligro muy real. Dejemos, por favor, que corra el Espíritu.

Querido Jesús, con tu ordenación todos aprendemos y recordamos nuestros compromisos. Hoy, toda la diócesis con un gozo inmenso, damos gracias a Dios y cantamos su misericordia, como hemos proclamado en el salmo 88. Daos todo cuenta, volvemos a la misericordia, que, como nos dice el Señor, es un “edificio eterno”, es la esencia del corazón de Dios. Sobre este edificio debemos construir nuestra fe, nuestra espiritualidad y nuestra tarea evangelizadora, de pastores y pescadores. Un solo corazón. Ánimo y adelante.

Catedral de Almería 16 de diciembre de 2023

+Antonio Gómez Cantero, vuestro obispo

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