Ayudar en el montaje y desmontaje de una sala médica ambulante y conocer la labor de acompañamiento de la Iglesia con los migrantes menores de edad no acompañados fueron momentos clave en el día 12 de la experiencia misionera de Juan Francisco y Antonio (seminaristas), Daniel (diácono) y Juan Manuel (rector del Seminario Diocesano) por el desierto. Así nos las cuentan.
19 de julio. «Hoy el día ha sido más tranquilo, debido a que era festivo por ser Año Nuevo Musulmán», explica Daniel Gutiérrez, aún así el día estuvo cargado de novedades y profundas experiencias.
«En la mañana fuimos a acompañar a Rocío a la estación de bus. Ella es voluntaria de la Delegación Diocesana de Migraciones de la Diócesis de Tánger y regresaba tras unos días en los que ha realizado una labor extraordinaria. Junto a otros voluntarios, ha prestado ayuda médica a numerosas personas migrantes, especialmente cuidando de la salud de los bebés. Ayudamos a desmontar la sala en la que los han atendido y fue para nosotros un verdadero placer sentirnos parte de esta historia».
Por la tarde conocieron el testimonio de un padre franciscano, Manuel Corullón, que se encuentra en Marrakech: «nos explicó que tiene una feligresía de mucho turismo. Como curiosidad nos decía que los domingos acuden entre 500 y 600 personas a la Misa. Atienden especialmente a los migrantes destacando uno de los dramas que vivien hoy día, el cada vez mayor número de migrantes menores de edad no acompañados. También nos comentó que, cuando fue el papa Francisco en 2019, fue para ellos una experiencia impresionante porque se visibilizó cómo la Iglesia de Marruecos tiene algo que decir a la Iglesia universal, sobre todo en el diálogo».
«La jornada concluyó con una formación sobre el documento de Abu Dabi sobre la Fraternidad Universal, destacando que el diálogo es el camino a seguir hacia la fraternidad«, concluye nuestro diácono peregrino.
