Desde el pasado 7 de junio, en el hospital Ruiz de Alda se ubica en su lugar habitual tras haber sido cedida en los años más duros de la pandemia.
La capilla en el hospital Ruiz de Alda ha recuperado su espacio inicial desde el pasado 7 de junio, cuando fue cedida con anterioridad en los años de la pandemia, decretada en marzo de 2020.
Durante ese tiempo, la capilla “siempre estuvo presente” y se trasladó de lugar desde la décima planta a una zona más pequeña y escondida en el pasillo de entrada. En ese tiempo de pandemia, este espacio fue utilizado como UCI, ante la urgencia y emergencia sanitaria que se vivió en aquel momento, explica el Delegado diocesano de Pastoral de la salud, Diego Molina.
UN ESPACIO DE CONSUELO, PARA EL SILENCIO INTERIOR
La capilla hospitalaria es un espacio “muy necesario, donde poder desahogarse, llorar, encontrarse con Dios, rezar, celebrar la fe, esperanza y motivarnos”, señala el sacerdote párroco en San Juan de Ávila y capellán hospitalario.
Los centros hospitalarios son lugares donde las personas son probadas en la enfermedad y en el sufrimiento propio o de familiares, que sufren por quienes tienen hospitalizados. Por ello, este lugar necesario “es un espacio de consuelo, de esperanza, de vida. Es un espacio donde se necesita ese silencio interior, para dejar que Dios un poco acompañe nuestro dolor y nuestro sufrimiento”, explica Molina.
ABIERTA TODOS LOS DÍAS
La capilla está abierta todos los días, de lunes a domingo, en horario de 8 a 22 horas. Es de libre el acceso y todos los días se reza en la Eucaristía, que se celebra a las 18 horas, por los enfermos y sus familiares. Además de los enfermos, en esta Eucaristía diaria también se reza “por todos los que han pasado a las manos de Dios y por todas las intenciones que tengan”, así como por los fieles que a ella asisten.
A la capilla acuden tanto enfermos y familiares que llevan consigo mucho dolor y buscan esperanza, como los trabajadores que al entrar en el turno o durante su jornada laboral se acercan a orar, explica Diego Molina.
Los capellanes visitan a los enfermos y ofrecen palabras de esperanza cristiana en el amor de Dios, especialmente en ese momento de dolor y sufrimiento. Asimismo, administran los sacramentos del perdón de los pecados, entregan la comunión y la unción de enfermos, así como el consuelo y acompañamiento espiritual.
Si alguna persona desea la atención de un capellán en el centro hospitalario, puede dirigirse al punto de control de enfermería disponible en la planta donde se encuentra la persona enferma y solicitar su presencia.
Paqui Pallarés