En todos los ámbitos de la vida tenemos que elegir. Indudablemente también a nivel de fe. El seguimiento a Cristo es una opción personal que debemos tomar en libertad. Ahora bien, para que las elecciones personales no se conviertan en un calvario conviene vivirlas desde la naturalidad y la serenidad.
Siguiendo el impulso de la gracia de Dios, buscando su voluntad y lo que nos libera. Sabiendo que todo, paso a paso, con la ayuda de Dios se alcanza. Haciéndolo desde la conciencia de pequeñez. Orando, luchando, confiando. Quizá luego ya se encargará la vida de desbaratarlo todo, pero eso será otro capítulo que, por cierto, será fácil de abordar si tenemos los raíles de la vía bien colocados; salvo que un bombardeo los destroce y entonces tengamos que volver a ponerlos. Que de todo puede pasar. Precisamente por eso, Pablo de Tarso dirá en referencia al poder de Dios: la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad.
