Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, presidió en la jornada de ayer la Eucaristía en la que se consagró la primera virgen consagrada de Asidonia-Jerez.
En la jornada del ayer, la Santa Iglesia Catedral acogió la Eucaristía de consagración de la primera virgen consagrada de la Iglesia Asidonense. Esta Santa Misa, que estuvo presidida por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, contó con la presencia de vírgenes consagradas de otras Diócesis que quisieron acompañar a Rosa María Ramírez, la protagonista. Asimismo, estuvieron también junto a la persona que abre el camino de las vírgenes consagradas en Asidonia-Jerez todos sus familiares y amigos.
En la homilía, el Sr. Obispo de Asidonia-Jerez, mencionó primeramente la importancia del hecho histórico que estábamos viviendo en la Diócesis, la primera virgen consagrada, lo que enriquecimiento de los carismas de Asidonia-Jerez. Asimismo, recordó que hablamos de una de las vocaciones más antiguas, la cual nos hace ver que nuestra meta es el Señor, siendo de esta forma signo de esperanza para todos los cristianos.
Por otro lado, mencionando la vocación de las vírgenes consagradas, nos explicó que ellas nos hacen ver que debemos estar vigilantes, teniendo los ojos de la fe abiertos para así dejarnos tocar por Cristo y ensanchar nuestro corazón con su amor. Asimismo, pidió al Señor que ojalá este primer paso abra un camino para muchas más vocaciones.
En otro orden de ideas, el prelado destacó la fiesta que vivíamos, que no es otra que la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Por este motivo debemos tener presente que el Señor se ha convertido en don para sostenernos mientras caminamos en el mundo, ya que a través de la Eucaristía nos alimentamos de su amor. Igualmente, subrayó que la fuente de la vida cristiana es la Santa Misa, donde Cristo se hace presente.
Por último, explicó los tres verbos que dan sentido a la labor que debe realizar una virgen consagrada que son: donación, presencia y amor entrañable. Es decir, son aquellas que entregan su corazón esposalmente al Señor.