CARTA DE AÑO NUEVO 2014
«Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio, tu perseverancia» (Ap 2,19)
Arciprestazgo del Marquesado
¡Qué raro, este año hemos echado en falta la carta de Adviento de nuestro Arciprestazgo! Quizás sea la exclamación que alguien se esté haciendo. ¡Estos curas nuestros, con tantos pueblos y, se hacen mayores! (¡también!), van teniendo sus lagunas en la memoria. Así que les invitamos a los diferentes talleres de memoria que Cáritas está realizando en nuestro arciprestazgo, ja, ja, ja.
Otras muchas actividades, como formación y prestaciones de ayuda hace Cáritas, por las que le estamos muy agradecidos. Dice el refrán popular que obras son amores y no buenas razones. El Evangelio de Mateo dirá «id y anunciad (contad) lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados. ¡Y bienanventurado el que no se escandalice de mí!» (Mt 11,5-6). Actualizando, podríamos decir: los que están en paro reciben formación, los que están solos se unen para compartir experiencias, los ancianos reciben ayuda en su domicilio, a algunos se les facilitan alimentos o se les paga un recibo atrasado de luz, seguridad social, agua, contribución, etc. En definitiva, obras llenas de amor.
¡Bueno! está bien empezar el año con una sonrisa, con buen humor, con buenas noticias, pues así se nos hará más corto y servirá para endulzar algunos malos momentos. Dicen los psicólogos que el humor es una buena cualidad en la vida de las personas, es un síntoma de salud. Nosotros pensamos que un día que no se ríe es un día perdido o que una persona que no es capaz de reírse, puede ser una persona «peligrosa». La risa manifiesta alegría, que es una de las palabras que sale mucho en la biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, y concretamente en los Evangelios. Y si, eso ocurre, es porque es importante tenerla en cuenta.
Desde la Anunciación del Señor, donde el Ángel invita a la Virgen María a alegrarse porque será la madre de Dios (ver Lc 1,28), hasta la resurrección del Señor que nos invita a no temer si no a alegrarnos
porque Jesús resucitado, el Cristo, está en medio de nosotros (ver Jn 20,19-23), estamos invitados a vivir nuestra vida en clave de alegría, de esa alegría profunda que nada ni nadie nos la arrebatará.
¡Ojalá 2014 nos produzca mucha alegría! Mucha alegría porque las ilusiones se cumplen, porque vemos cubiertas nuestras necesidades básicas, porque dicen saldremos de la crisis, porque se hace realidad la tan esperada apertura de las minas de Alquife (que no nos engañen más, ¡por Dios!), porque hay trabajo en nuestro arciprestazgo, porque arreglé una mala situación, porque un odio más extinguí, porque haré las paces con mi familia, con un vecino, con un compañero de trabajo… ¡cuántos momentos para vivir la alegría! Pero una alegría de la buena, de la profunda; aquella que aunque pase por momentos oscuros nada temo, porque tú, Señor vas conmigo y tú me sostienes (ver salmo 23).
Con esta carta, porque os queremos, invitamos a todos los fieles de nuestro querido Arciprestazgo a pensar en positivo, a vivir la vida en clave de alegría y esperanza. Los que creemos en Cristo, sabemos que nuestra vida es una llamada a la plenitud, a tener vida y ésta en abundancia, como nos dice el evangelio de San Juan (10,10). Por lo tanto «no dejes que pase tu tiempo sin más», porque el amor y la alegría es nuestro canto a la vida que se da. Es entender la vida desde la lógica del don, del saber dar y darse que es más importante. La alegría hay que buscarla continuamente, porque «las penas vienen solas».
Esta es la alegría que vivimos en estas fechas navideñas, con los villancicos y los momentos en familia; esta es la alegría que nos acompaña cada inicio de año y es la alegría que nos hace salir de nosotros mismos e ir en busca de los demás, especialmente de los que peor lo pasan, de los pobres y empobrecidos.
Queremos tener un recuerdo agradecido a todas aquellas personas que este año nos ha dejado porque han muerto y han pasado «a la mansión eterna», donde «no hay llanto ni dolor, donde nadie está triste» como rezamos en las plegarías eucarísticas que leemos en la misa de difuntos. Rezar y recordar a los difuntos nos permite que no se olviden, porque los queremos y el que se siente querido jamás será olvidado. Y le damos gracias a Dios por el tiempo que los hemos disfrutado.
Y, toda esta carta ¿para qué?, pues para desearos un feliz año nuevo.
Así lo hacemos y así lo queremos cada uno de vuestros párrocos y sacerdotes de este Arciprestazgo del Marquesado:
(Arcipreste) Sebastián Robles Jiménez.
Francisco Domingo Lorén.
Francisco Javier Jiménez Martínez.
Joaquín Caler López.
José Berbel Guil.
José López Martínez.
José María Tortosa Alarcón.
Miguel Hernández Hernández.
NOTA: Queremos recordaros que este año, en la diócesis, su plan de evangelización, está dedicado al laicado, es el año del laicado y tenemos como objetivo general «Trabajar por despertar un laicado adulto y organizado en la misión de evangelizar capaz de asumir protagonismo en la comunidad eclesial y en la sociedad civil».