Tal día como hoy, un 27 de diciembre de 1963, el venerable Miguel de Mañara fue elegido hermano mayor de la hermandad de la Santa Caridad, responsabilidad que desempeñó hasta su muerte.
Se cumplen, por tanto, 350 años de esta efemérides, que dio lugar a la consecución de los proyectos ideados por Miguel de Mañara para paliar las terribles condiciones de vida de los pobres que morían en la calle: la creación de un hospicio que más tarde transformará en Hospital de la Santa Caridad.
Don Miguel de Mañara, ejemplo de apostolado seglar
Miguel Mañara nace en Sevilla el 3 de marzo de 1627, hijo de una destacada familia de mercaderes de Indias de origen corso. Su padre, Tomás Mañara, conseguiría labrar una cuantiosa fortuna en el comercio, dando a su hijo una encumbrada posición. Desde muy niño recibió una educación caballeresca, accediendo a la Orden de Calatrava con diez de años. A los trece, tras la muerte de sus hermanos mayores, se vio como heredero del importante patrimonio familiar, convirtiéndose en un joven ocioso y despreocupado. A la muerte de su padre, con veintiún años, casaría por poderes con doña Jerónima Carrillo de Mendoza.
Tras la muerte de su esposa en 1661, una honda crisis personal le hará cuestionarse su modo de vida, entrando en un proceso de profunda conversión y penitencia. Despierta su interés por la vida religiosa, retirándose al ermitorio de Santa María de las Nieves, en la Sierra de Ronda. Tras varios meses a solas consigo mismo, regresa a Sevilla, donde descubre la labor callada llevada a cabo por la Hermandad de la Santa Caridad: insistirá en ser recibido como hermano, y al poco tiempo de serlo, sería votado como Hermano Mayor, cargo que conservaría hasta su muerte. Gracias a su empuje y determinación dio un gran impulso a la obra de la Hermandad, componiendo nuevas Reglas, edificando la Iglesia de San Jorge y el Hospital; con lo que podemos considerar su figura como la de un auténtico refundador de la corporación.
Su muerte, el 9 de mayo de 1679, generó una auténtica conmoción y gran dolor en la ciudad, comenzando en 1680, a instancias del Arzobispo de Sevilla, los trámites para su beatificación. Fue declarado Venerable el 6 de julio de 1985, por el Papa Juan Pablo II.
Los días 9 de cada mes se celebra una Eucaristía conmemorativa, pudiendo los asistentes posteriormente venerarle en la cripta de la Iglesia de la Santa Caridad.
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