«Gracias porque, en medio de tantas dificultades, seguís siendo luz, profetas de la esperanza” : Mons. Orozco a los consagrados

Diócesis de Guadix
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La diócesis de Guadix es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, erigida en 1492 y, según la tradición, procedente de la diócesis de Acci, fundada por San Torcuato en el siglo I. Su sede es la catedral de Guadix.

El domingo 5 de febrero se celebró la Jornada de la Vida Consagrada en la diócesis de Guadix. Aunque su fiesta fue el 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, la jornada se trasladó al domingo, para que pudiesen participar las comunidades de religiosos que hay en la diócesis. Y así fue.

Junto a los religiosos, estaba, también, el delegado para la Vida Consagrada, Emilio J. Fernández, y, por supuesto, el obispo de Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, que presidió la celebración
El obispo agradeció la presencia de los miembros de vida consagrada, que durante el año trabajan y se dejan la vida en la diócesis de Guadix y que ese domingo estaban en la Catedral. Les habló de la Jornada de la Vida Consagrada que celebraba la Iglesia, con el lema “Caminando en esperanza”. A los consagrados, recordando ese lema, les dijo que “esa esperanza habla del Espíritu Santo en nuestra vida, en nuestra convivencia, a través de vuestra fidelidad, en los votos en los que os habéis consagrado al Señor: pobreza como Cristo pobre, obediente como Cristo obedece a la voluntad del Padre y castos para ser libres, sin tener el corazón esclavizado a nada ni a nadie, para poder vivir la libertad de los hijos de Dios”.
También les recordó, a los consagrados y a todos, que tenemos que ser sal y luz en el mundo, que nos dejemos iluminar por Cristo para que podamos llevar esa luz a los que nos rodean. Y que seamos sal, que da sabor y que cura. “Estamos llamados -les dijo-, a dar también nosotros el sabor del Evangelio, de los valores del Evangelio, del humanismo cristiano, de la verdad de Dios amor, a quienes nos rodean, a nuestra cultura y a nuestra sociedad”
Y habló de cómo la sal cura, aunque, al hacerlo, escuece: “escuece y duele, pero también es misión de los profetas, de los consagrados y de los bautizados, en medio del mundo: hay que escocer, tenemos que ser signo de contradicción en medio del mundo. No nos podemos acomodar tanto a lo que se lleva en nuestro mundo que perdamos nuestra identidad. Fijaos, si un cristiano, si un consagrado, si un sacerdote, si un obispo, no habla en favor de la vida y en contra del aborto, gritarán las piedras: Si la iglesia no lo dice, ¿quién lo va a decir? Y si no hablamos nosotros contra la eutanasia y contra tantos contravalores que hablan de esa pérdida de valor de la sal y de la luz de Cristo en medio del mundo… Ahí estamos siendo luz en medio del mundo y estamos siendo también sal que escuece, pero que cura, porque no nos predicamos a nosotros”.
Terminó la homilía agradeciendo, una vez más, el don de la vida consagrada y la presencia de los consagrados en la diócesis de Guadix: “Gracias por vuestro sí; gracias por vuestros sacrificios; gracias por vuestra soledad, tantas veces vivida desde el Señor; gracias porque, en medio de tantas dificultades, seguís siendo luz, profetas de la esperanza, para sembrar el mundo de Jesucristo” …. “a seguir siendo luz y sal en la tierra”
Después, los consagrados renovaron sus votos y su compromiso con Cristo, con al Iglesia y con el mundo.
Antonio Gómez
Delegado diocesano de MCS. Guadix

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