Alegría se respiraba tanto la tarde del día 2 de febrero, festividad de la Candelaria, como del día 3, San Blas, en la parroquia de Caniles. Sobre las siete de la tarde del jueves 2 , acudieron a la parroquia muchos fieles llevando una vela y, sobre todo, los niños de la parroquia, para ser presentados al Señor. La Ley de Moisés mandaba que a los 40 días de haber nacido un niño fuera presentado en el templo, para consagrarlo al Señor. El pasado dos de febrero se cumplían los 40 días, contando desde el 25 de diciembre, fecha en la que celebramos los cristianos el nacimiento de Jesús.
Por eso, hemos tenido la hermosa costumbre de llevar los niños al templo, es decir, a la iglesia, para presentarlos ante el Señor. Esta es una costumbre que tiene, por tanto, raíces bíblicas, porque cuando hacemos la presentación de los niños en el templo, estamos recordando lo que José y María hicieron con el Niño Jesús.
El párroco de Caniles, Rafael Tenorio, al finalizar la Santa Misa, en la que también participó Vida Ascendente, bendijo a todos los niños pequeños presentes y, al finalizar, se repartió a todos los presentes una invitación de la “torta de la Candelaria “ que, como una novedad de este año, se ha introducido para esta festividad.
Al día siguiente, el 3 de febrero, la parroquia de Caniles de nuevo se llenaba de feligreses, sobre todo niños con sus padres, llevando velas para la celebración de San Blas, recuperando esta fiesta con la bendición de las velas y de los asistentes.
La parroquia de Caniles se hizo pequeña ante la multitud de fieles que acudieron para celebrar a San Blas, obispo martirizado y protector de la garganta. Por este motivo, se celebró la Eucaristía en su honor, presidida por su párroco y, al terminar, se hizo una bendición especial para todas aquellas personas que acudían a la iglesia y pedían la intercesión y protección de este santo.
San Blas, médico y obispo de Sebaste, Armenia, era conocido por obtener curaciones milagrosas con su intercesión. Según se nos relata en su vida, este santo salvó a un niño que se ahogaba por una espina de pescado que se le había trabado en la garganta. De ahí la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta, el 3 de febrero.
Esa tarde, muchos devotos y fieles, sobre todo niños, acudieron para bendecir las velas y llevárselas a sus hogares para encendérselas a San Blas e invocar su intercesión. Culminaban así dos días muy intensos en la parroquia.
Rafael Tenorio
Párroco de Caniles