La Iglesia de Santiago de Baza ha vivido el 2 de febrero la fiesta de la Presentación de Jesús y también de la Purificación de la Virgen María. Por este orden, tal como se estableció tras el Concilio Vaticano II y su reforma litúrgica posterior.
Bendición de velas y procesión por el templo, presidido por nuestro pastor, Sergio J. Villalba. Un momento solemne como ocurre con todas las cosas sagradas. Las velas bendecidas permanecieron encendidas hasta la proclamación de la Palabra. Velas que todos guardaron y se llevaron a sus casas. Es un poderoso sacramental.
Un poco de historia
La Iglesia celebra la fiesta de la Presentación de Jesús 40 días después de la Navidad, el nacimiento de Cristo. Según la ley de Moisés una mujer estaba ritualmente impura durante 40 días después de dar a luz. Por lo tanto, María y José llevaron a Jesús al Templo para presentarlo a Dios y ofrecer un sacrificio para la purificación y así cumplir la Escritura: ‘Todo varón primogénito será consagrado al Señor’. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, si eran pobres, como ocurría con la Sagrada Familia.
Se celebraba en la Iglesia de Jerusalén ya en el siglo IV. Desde allí se iría extendiendo por Occidente y Oriente, llegando a Roma en el siglo VII. En Oriente se la conocía como “La fiesta del Encuentro”, y representaba el encuentro del Ungido con su pueblo, de Cristo con su pueblo. De ahí, que fuera una fiesta de gran importancia.
En Occidente, a partir del siglo X empezó a ser más conocida como la fiesta de la Purificación de la Virgen, que también se celebra hoy ese día, mientras que en Oriente siguió más centrada en Jesús. Y así siguió en la Iglesia latina hasta el Concilio Vaticano II, al establecer que el principal misterio que se conmemora es la Presentación del Señor, pasando así la Purificación de la Virgen a un segundo lugar.
José Gabriel Concepción
Baza