Unidos por la Caridad

El pasado sábado, 14 de diciembre, la Caridad unió a dos hermandades en una cita común. Los Grupos Jóvenes y los Coros de la Hermandad de la Fe y del Perdón compartieron alegría, canciones, regalos y una merienda con la familia ASPACEHU (Asociación de Paralíticos Cerebrales de Huelva), en una tarde entrañable que, cada año, se repite por estas fechas. Así nos lo contaba Julián Domínguez Romero:

Muchas emociones por las tres partes, en especial por los que fuimos de visita, a los que a más de uno no supo reprimir alguna lágrima en un momento determinado del evento. ¿Y cómo no emocionarse al sentirse acogido con el calor de esos hermanos necesitados? Aunque pensándolo bien, ¿No seremos nosotros los necesitados de cariño?

El hombre debe dar un sentido a su vida, y creo que ambas corporaciones, materializado por sus respectivos grupos, han reconocido el camino que han de seguir para llegar a Jesús.Voy a comentar una anécdota, la más entrañable y dulce de todas las que vivimos juntos aquella maravillosa tarde.

En un momento dado, los componentes del Coro de la Fe comenzaron a repartir panderetas entre todos los asistentes para que acompañaran las canciones del repertorio. Todos tuvieron su panderete; menos uno, Benítez. No podéis imaginar la cara de tristeza y melancolía que se le quedó al pobre cuando vio que todos tenían su instrumento musical y él era olvidado en el reparto navideño. Bajó la cabeza y se dispuso a retirarse a un rincón para aislarse voluntariamente.

Pero como todo estaba programado en un hermoso guión, cuando Benítez comenzó su singladura de exilio, Eduardo, el Director del Coro, se le acercó con un voluminoso paquete de colores. Se lo puso en su regazo y esperó a que él comenzara el protocolario quehacer de desenvuelto. Cuando hubo terminado la faena, el paquete dejó a la vista algo que encendió de pasión los ojos de Benítez ¡Una guitarra! Las sonrisas y gritos de júbilo de todos los presentes y, en especial de nuestro querido protagonista, nos hicieron recordar aquello que sabiamente pronosticaba león XIII de que «La caridad cristiana no hay ni habrá artificio humano que la supla».

Esta lección de amor nos da a entender que la doctrina del encuentro que tantas veces repite nuestro querido Francisco I es posible cuando se quiere. Dos Hermandades que tienen como nexo común su implicación en la caridad como fin primordial han hecho posible mirarse más del ombligo propio. Y es que, como dice la Biblia: «Toda la multitud de los fieles tenía un mismo corazón y una misma alma».

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