Como cierre de las fiestas patronales de Yecla, en honor de la Purísima Concepción, el pasado domingo se celebró en la Basílica de La Purísima la Misa solemne y procesión de Minerva, que fueron presididas por el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes.
En la homilía, el obispo resaltó que tanto la Virgen María como san José son «un testimonio extraordinario de fe; modelos entrañables de vida que se han abierto a la Palabra y han sido obedientes hasta el final». Con su ejemplo, decía el prelado, enseñan que «hacer la voluntad de Dios es el mayor de los regalos» y que es posible «vivir diciéndole “sí, cuenta conmigo”, a pesar de las dificultades». Para esto, recordó, «no hay apoyo más grande que el de la Santísima Virgen María», y animó a los feligreses a acudir a ella: «Contad siempre con la ayuda y cercanía de vuestra Madre. Que la Virgen del Castillo os bendiga y acoja a todas las familias».
Terminada la celebración de la Eucaristía, se expuso el Santísimo, que procesionó después por las naves interiores del templo hasta llegar al atrio exterior, donde el obispo impartió la bendición al pueblo y la soldadesca. Mientras, el alférez mayordomo jugó la bandera, modo de rendir honor que era habitual en el siglo XVI; y los arcabuces dispararon las conocidas como «arcas cerradas». Seguidamente, se procesionó de nuevo al interior del templo, donde el obispo impartió la bendición a los feligreses. La celebración se cerró entonando la Salve y el himno a la Virgen del Castillo.
El párroco de La Purísima, José Antonio Abellán, explica que esta celebración en honor de la patrona «tiene como centro la adoración al Santísimo y la procesión de Minerva, porque la Virgen nos lleva a Cristo, culmen de nuestra fe»; y es una tradición presente en Yecla al menos desde 1868, cuando tuvo lugar el traslado de parroquia a la recién consagrada basílica.
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