Homilía de D. Jesús Catalá, obispo de Málaga, durante la Visita Pastoral a la parroquia de Santo Tomás de Aquino (Málaga)
VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
(Málaga, 12 diciembre 2021)
Lecturas: Sof 3, 14-18; Sal (Is 12, 2-6); Flp 4, 4-7; Lc 3, 10-18.
(Domingo Adviento III-C – Gaudete)
1.- Nos encontramos en el III domingo de Adviento que la liturgia llama de «gaudete», o «Domingo de la alegría», porque el Señor nos invita a estar alegres, ya que se acerca para salvarnos.
El profeta Sofonías dice: «¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén!» (Sof 3, 14). ¡Alegraos porque el Señor está cerca!
Uno de los motivos de la alegría es la cancelación de la condena merecida por nuestros pecados, como dice el profeta: «Ha retirado el Señor las sentencias contra ti, ha alejado a tu enemigo» (Sof 3, 15). Necesitamos la presencia de Dios que es sanante, que cura, que sobre todo perdona nuestro egoísmo y nuestro pecado, nos rehace, recompone la figura de Cristo que se nos regaló en el bautismo y que nuestros pecados la han emborronado, la han desdibujado.
Celebrar la primera venida del Señor, en carne, en el tiempo, que es lo que celebramos en Navidad, también nos lleva a meditar en la última venida del Señor. Como dicen algunos santos Padres, hay tres venidas: la que vino en carne mortal, en el tiempo, que es la que celebramos en Navidad; la que vendrá glorioso a juzgar al mundo, y la que viene cada día a estar con nosotros de manera sacramental. Debemos aprovechar esta tercera venida diaria, cotidiana.
2.- El Adviento nos exhorta a la espera confiada del Señor, para celebrar después con gran gozo su presencia entre nosotros: «El Señor tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! Él exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo» (Sof 3, 17).
Dios habita en medio de su pueblo, se hace presente en su Iglesia y quiere morar dentro de cada uno de nosotros: «He aquí a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues el Señor es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación» (Is 12, 2).
Nosotros debemos meditar que esa presencia se hace a través de María. Ella ha sido la que nos ha regalado con su «sí» la presencia del Salvador. María nos invita a que regalemos con nuestro «sí» la presencia de Cristo a otros hermanos, que les hablemos de la venida del Señor, que les hablemos de la presencia de Cristo cada día en el corazón de los hombres, que les hablemos que vendrá glorioso, victorioso, triunfante a juzgar al mundo y a cada uno de nosotros.
Demos, pues, gracias a Dios cantando con gozo y exultando de júbilo, porque es grande entre nosotros el Santo de Israel (cf. Is 12, 6).
3.- El Evangelio de Lucas nos llama a la conversión. Juan Bautista, a las diversas personas que le preguntan qué deben hacer para preparar la venida del Mesías (cf. Lc 3, 10.12.14), responde que Dios no pide nada extraordinario, no pide grandes milagros ni hazañas heroicas, sino que cada uno viva según criterios de solidaridad y de justicia.
Ante la pregunta de la gente a Juan Bautista: «¿qué debemos hacer?» (Lc 3, 10), él respondió: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo» (Lc 3, 11). Eso es una llamada que nos hace a nosotros.
A los publicanos les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado» (Lc 3, 13). También nos lo está diciendo a nosotros.
A unos soldados les contestó: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada» (Lc 3, 14).
4.- También nosotros podemos preguntar al Señor qué espera de cada uno, qué quiere que hagamos. Dios nos pide vivir cada día con rectitud y bondad, hacer las pequeñas cosas de cada día con amor.
Los santos, en general, no son gente que haya hecho grandes maravillas, algunos excepcionalmente han hecho milagros o han hecho hazañas especiales, pero la inmensa mayoría son, como dice el papa Francisco, «los santos de la puerta de al lado». A lo mejor estamos conviviendo con un santo y no nos damos cuenta.
Hace años, cuando estaba en Roma trabajando con el papa Juan Pablo II, asistí a una beatificación de un médico italiano. Acudió a la beatificación su esposa y una hija. Imaginaros el gozo de que la esposa estuviera presente en la beatificación. Cuando terminó la misa unos periodistas le preguntaron: «¿Será para usted una gran alegría ser la esposa de un santo y haber vivido con él?». A lo que ella respondió: «Es que yo no sabía que era un santo». Esta mujer tenía una concepción de que su marido era muy bueno, que se querían mucho, pero quién iba a pensar que la Iglesia lo declararía santo.
¿Y si ocurre lo mismo dentro de cincuenta años con algunos de los que estáis aquí? El Señor nos llama a la santidad a todos. El Adviento nos anima a vivir esa santidad de manera cotidiana.
A nosotros el Señor nos invita a vivir una relación personal con Él: «Jesús trae a los hombres la salvación, una nueva relación con Dios que vence el mal y la muerte, y da la verdadera alegría por esta presencia del Señor, que viene a iluminar nuestro camino frecuentemente oprimido por las tinieblas y el egoísmo» (Benedicto XVI, Homilía en la parroquia de San Patricio en el Cole Prenestino, Roma, 16.12.2012).
5.- Juan el Bautista reconoce con humildad su misión, aceptando que no es el Mesías, sino su Precursor: «Viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias» (Lc 3, 16).
No caigamos en la tentación de erigirnos en más de lo que somos, ni de aparentar lo que no somos. Hemos de ser realistas. La verdad y la humildad van parejas. Somos criaturas de Dios y, a veces, perdemos la perspectiva y nos creemos diosecillos, pero eso el Señor no lo quiere.
Juan anunciaba al pueblo la Buena Nueva (cf. Lc 3, 18), usando imágenes fuertes para invitar a la conversión, para incitar a acoger el Amor de Dios, el único que puede renovarnos y purificarnos.
6.- La Iglesia, cuando nos presenta el Adviento para que lo celebremos y preparemos la venida, lo hace con una gran intención pedagógica. Jesús ya vino y hemos dicho que vendrá. Pues hemos de prepararnos para la segunda venida, pero pedagógicamente nos anima a preparar cada año la venida que ya tuvo hace dos mil años, porque su venida también fue en humildad. El Dios que se encarna, el Dios que se rebaja, el Dios que se vacía (cf. Himno de los filipenses. Flp 2,6).
El Dios que es eterno entra en la historia, el que es Dios se rebaja a ser hombre y pasa por toda la condición humana, menos por el pecado. Y así, Dios Padre, después de muerto Jesús por amor, lo resucita. Es toda una venida y un regreso otra vez a la eternidad. A eso nos llama Él.
7.- Esta visita pastoral pretende ayudarnos a reflexionar, a meditar, a discernir, cómo vivimos nosotros la fe, cómo la celebramos. Eso es muy importante. Primero vivir la fe, tener una relación personal con el Señor que eso es necesario. Sólo después estaremos en condiciones de evangelizar, de comunicarla a otros, de anunciar la Buena Nueva cuando la hayamos recibido nosotros.
Dios se hace hombre para ofrecernos su salvación y darnos esperanza. Si le obedecemos nos atraerá hacia Sí, nos conducirá a la comunión con Él y llenará nuestro corazón de su paz y de la verdadera alegría.
A la parroquia de Santo Tomás he venido ya otras veces, una vez para confirmar, otra para celebrar con las comunidades neocatecumenales, otras para bendecir el templo. Este encuentro de hoy, esta visita del obispo es especial, distinta a las anteriores. Es más sistemática, es más organizada, tiene una connotación o un objetivo que es el de revisar nuestra vida personal y comunitaria.
8.- Antes de la visita pido a los párrocos un informe de la parroquia, una radiografía. A partir de esa radiografía hablamos los sacerdotes para ver qué cosas hemos de renovar, qué cosas funcionan bien y hay que promover, qué cosas no hacemos y hay que hacer, y qué cosas no debemos seguir haciendo. En una revisión hay siempre cosas que no funcionan bien y hay que retocarlas o rectificarlas. Ese es el objetivo de la visita pastoral.
Estamos realizando esta visita en Adviento que es el tiempo litúrgico que estamos viviendo ahora. Y el Adviento nos debe ayudar a celebrarla al estilo del Adviento: en esperanza, en confianza, en esa espera del Señor que celebramos.
Además, hoy, como hemos dicho al principio, es el domingo «gaudete», el «Domingo de la alegría», pues que lo hagamos con alegría. El cristiano tiene que ser una persona gozosa, alegre interiormente con la alegría del Espíritu. Y eso después rezuma hacia fuera, se transparenta, se transpira hacia fuera.
9.- Vamos a pedirle al Señor que nos ayude a esperarle, a prepararnos para su venida.
Y pedimos a la Virgen del Adviento, que también es la Virgen de la esperanza, que nos acompañe en esta espera del Mesías, en esta preparación de las fiestas navideñas.
Pedimos por intercesión de santo Tomás, porque casi siempre nos olvidamos de los titulares de la parroquia. Si solo supiéramos un poco de lo tanto y de lo mucho que santo Tomás escribió sobre Dios nos haría un gran bien. Leed algunas cosas de santo Tomás sobre la eucaristía. Ya sabéis que compuso ese himno tan precioso «Tantum ergo». Fue un gran místico, un gran teólogo, un místico espiritual. Os invito a que releamos su vida y a que conozcamos algo más de sus textos, pues todo eso nos ayudará mucho.
Por intercesión de ambos, de la Virgen y de santo Tomás, le pedimos al Señor que nos prepare para su fiesta. Que así sea.