Homilía de D. Jesús Catalá durante la Misa con motivo de la Visita Pastoral a la parroquia de San Pablo, en Málaga,
VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA DE SAN PABLO
Málaga, 21 noviembre 2021
Lecturas: Dan 7,13-14; Sal 92,1-2.5; Ap 1,5-8; Jn 18,33b-37.
(Fiesta de Cristo Rey)
1.- Reinado de Cristo: universal y eterno
Nos encontramos en el último domingo del año litúrgico. Tanto el domingo pasado como el actual, en estos dos últimos, se nos habla de las ultimidades, de los novísimos, de lo que ocurrirá al final de los tiempos.
En este final está claro que Cristo, que ha venido en carne mortal, que ha venido humilde, que ha venido incluso débil, padeciendo, vendrá de manera soberana, omnipotente, poderosa, gloriosa, vendrá a implantar su reino, su poderío.
El libro del profeta Daniel nos ha presentado este Hijo del hombre, este Jesucristo que viene majestuosamente sobre las nubes y cuyo reino abarca todo el universo, es universal, no solo en latitud sino históricamente (cf. Dan 7, 13-14). El reino de Dios abarca toda la historia de la humanidad, desde los primeros padres hasta el final. Y abarca longitudinalmente toda la historia de los pueblos actuales, universal y eterna. Esas dos características no las tiene nadie, no solo ningún rey o ninguna monarquía, tampoco ninguna república y ninguna democracia, ni ningún sistema sociopolítico.
Esto es algo que tenemos como revelado y de lo que somos testigos. Somos testigos de esto en una sociedad que no mira la eternidad y que no mira tampoco a la universalidad. Deberíamos tener mayor fraternidad, como dice el Papa en su encíclica Fratelli tutti, («Hermanos todos»), pero todos son todos. Y, sin embargo, cada vez más las naciones, los pueblos, las ciudades se encierran en sí mismo. Es toda una actitud contraria a la del reino de Dios.
El reino es amplio, pues da cabida a todo el mundo. Y nosotros nos empeñamos en poner fronteras, poner obstáculos, poner barreras entre nosotros, entre naciones, entre etnias, entre religiones. El cristiano tiene mucho que decir en este punto. Tenemos la obligación de dar a conocer la maravilla que el Señor nos ha ofrecido.
2.- Ciudadanos del Reino de Dios
Nosotros somos ciudadanos del reino de Dios, y no porque nos hayamos apuntado, sino porque nos han hecho ciudadanos del reino. Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito, el príncipe de los reyes, es Él el que nos ha liberado y el que nos introducido en su reino (cf. Ap 1, 5-6). Hemos sido introducidos por Él, no hemos llamado a las puertas, se nos ha regalado, como por nacimiento se nos regala la nacionalidad. Hemos renacido en el bautismo a ese reino y vivimos en ese reino.
3.- Su Reino no es de este mundo
El reino de Dios tiene unas características muy distintas a lo que nosotros pensamos y a los poderes de este mundo.
Según el evangelio de Juan, en el relato del dialogo entre Jesús y Pilatos, este le pregunta por su reinado: «¿Eres tú el rey de los judíos?» (Jn 18, 33). Y la respuesta de Jesús es clara: «Mi reino no es de este mundo» (Jn 18, 36). A lo que Pilatos replica: «Entonces, ¿tú eres rey?» (Jn 18, 36). Y Jesús le contesta que sí es rey, pero de otro reino y de otro tipo de reinado: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz» (Jn 18, 37).
Característica principal: es un reino de verdad, porque Cristo es la Verdad y en nuestro mundo ya no se valora la verdad de Cristo o verdades objetivas universales. Estamos en un relativismo pasmoso que ha eliminado del horizonte social las verdades objetivas eternas. No existen verdades objetivas eternas, existen opiniones que se convierten en verdades privadas y particulares. Y la opinión de una persona ya tiene validez para toda su vida o validez para un grupo que le siga.
Es curioso, cuando los poderes del mundo se instalan, normalmente van en dirección contraria a las características del reinado de Cristo. Porque se instala no la verdad absoluta u objetiva, se instala la mentira, la manipulación, el engaño, el fraude.
4.- Reino de amor, justicia, verdad, libertad, paz
¿Qué otras características, además de la verdad, son propias del reino de Dios? La justicia. Lo contrario, se instala en nuestra sociedad la injusticia. La paz, y se instala lo contrario de la paz. El amor, y se instala el odio. La libertad, y la gente no vive en libertad.
Las características del reino de Cristo son: verdad, justicia, paz, amor, libertad, fraternidad universal. Podemos decir que es todo lo contrario de lo que vivimos en nuestra sociedad.
Tenemos mucho trabajo que hacer. Somos testigos de algo que vale la pena vivirlo y que da felicidad. Vivir en el reino de Cristo es vivir con mayor gozo y con mayor alegría, felicidad, que vivir fuera de ese reinado.
5.- Visita pastoral
La Visita pastoral coincide providencialmente con este último domingo del año porque sirve para hacer un examen. La Visita pastoral la comparo, y lo digo muchas veces, como una especie de ITV. En este caso sería una ITP, no una inspección técnica de un vehículo, sino una inspección técnica de la parroquia. Estamos haciendo una ITP.
En la inspección técnica se ve que algunas piezas chirrían, entonces hay que engrasarlas. Otras piezas que ya no sirven y hay que tirarlas. Y hay que poner piezas nuevas.
Es un examen, es un diagnóstico de la parroquia para ver qué funciona para que funcione mejor, qué no funciona para cambiarlo. Y aquí todos tenemos nuestra responsabilidad. Los párrocos, los sacerdotes su responsabilidad como cabeza rectora y coordinadora, y cada uno tiene su misión propia por pertenecer al reinado de Cristo. Todo ciudadano de este reino tiene una misión propia.
6.- Asumir cada cual su misión propia
Le decía antes al grupo del Consejo parroquial que los laicos no sois los colaboradores del cura, tenéis un título más importante, porque como ciudadanos tenéis una misión propia vuestra. No lo que os mande el cura, el párroco o los obispos, sino una misión vuestra, propia: ser testigos de este reino. ¿Dónde ser testigos? Pues donde vivís, donde os movéis, donde trabajáis. Desde la familia, ese es lugar propio vuestro y no lo puede ocupar nadie. Lo que no hagáis vosotros no lo hará otro. Familia, ambiente laboral, amigos, relaciones sociales, política, economía, agrupaciones, asociaciones, cofradías, movimientos, partidos políticos. Ahí es donde tenéis que poner el reino de Dios, implantarlo.
¿Qué os parece, tenéis tarea o no? Toda la tarea que queráis. Nadie os lo va a prohibir.
7.- Encuentro fraterno con el obispo
Desearía que también esta visita, como es la intención, sea un encuentro con el Obispo. La mayoría de nosotros nos hemos encontrado en distintas ocasiones; pero este encuentro es especial, pues es en el ámbito de la Visita pastoral a la parroquia concreta de San Pablo.
Deseo que sea un encuentro fraterno, que nos acerque, que haga que nos conozcamos mejor, que nos queramos más, que nos animemos a ser testigos, a cambiar esta sociedad que necesita un buen cambio, una buena revisión.
El Señor nos pide que seamos fieles a la misión que nos ha encomendado a cada uno de nosotros.
La Visita pastoral, por tanto, además de encontrarnos, dialogar, animarnos, es un buen momento de encuentro y un momento de tomar energía, cargar las baterías para salir, como dice el papa Francisco, salir fuera a transformar el mundo en sus distintos ambientes.
Cristo lo ha transformado ya, porque Cristo ha cambiado el curso de la historia de la humanidad. Con su venida, con su encarnación, muerte y resurrección ha cambiado ya el mundo, lo ha transformado. Estamos ya en su reino y su reino eterno. No iremos a la eternidad cuando muramos, porque la eternidad ha entrado en la historia y ya estamos viviendo la eternidad aquí, no esperemos a después de la muerte. Hay que trabajarla ya aquí, la tenemos en prenda, la tenemos incoada.
Que este encuentro eucarístico con el Señor y este encuentro fraterno de la comunidad parroquial nos anime para vivir mejor la fe, para ser mejores ciudadanos de este reino de Cristo y para ser después testigos fuera que llevan al mundo la luz que necesita, la verdad tan necesaria, la paz, la libertad, el amor.
Se lo pedimos por intercesión de san Pablo, el gran apóstol de los gentiles que iluminó con su predicación el mundo pagano, y también, por supuesto, a través de la Virgen María, nuestra Madre. Que así sea.