
La iglesia mayor de Baza recupera, tras unos trabajos de limpieza, los restos del frontal del altar mayor del s. XVIII destruido en 1936
Construido, a expensas del célebre Abad D. Felipe de Acuenza, por el escultor granadino Eusebio Valdés, que, según se nos relata en las actas capitulares del cabildo bastetano, había utilizado para ello los mejores y más preciosos materiales de mármol. En esas actas se relata que era de jaspe pardo con incrustaciones de colores de la misma materia, ocupando el centro del tablero dos ángeles que sostenían el escudo de la colegiata y un incrustado bello jarrón de azucenas, en conmemoración de haber sido esta iglesia una de las primeras que tributaron culto público a la Inmaculada Concepción y de haberse erigido en ella la primera Cofradía Concepcionista que hubo en España, de la que fue el primer hermano mayor el emperador Carlos V. Sobre el escudo se alzaba la figura de Cristo Redentor y a ambos lados de ella corría una cenefa de doce medallones en los que se destacan primorosas esculturillas de jaspe blanco, que representaban los doce apóstoles. Fue colocado este frontal, según nos relata las actas, el día 2 de junio de 1766 y su importe se elevó a 5.000 reales de Vellón. Podemos verlo en una fotografía en blanco y negro que lo inmortalizó a principios del S. XX.
Tras los sucesos ocurridos durante la Guerra Civil, la colegiata, al igual que las demás parroquias, oratorios e iglesias de Baza, fueron saqueadas, profanadas y destruidos sus ornamentos prácticamente en su totalidad. El frontal del altar también sufrió desperfectos muy graves. Según se recuerda en la memoria de algunos testigos oculares, fue destruido a base de martillazos y con un pico de minero, quedando sólo la mitad del frontal, el escudo principal, algunos medallones sueltos y las imágenes de jaspe blanco que lo decoraban destruidos en su totalidad…
Tras finalizar la Guerra Civil, la iglesia mayor empieza a reconstruirse poco a poco, colocando en su lugar el frontal del altar de mármol con un escudo central de la Orden de San Jerónimo, que se había salvado milagrosamente en la Iglesia de los Jerónimos, y que pertenecía territorialmente a la iglesia mayor.
Los restos del antiguo frontal de altar quedaron ocultos en una habitación-corraliza adosada a la parroquia, que servía de trastero. Esa habitación, tras sucesivas obras, fue demolida con el tiempo, quedando el frontal tumbado boca abajo hacia el suelo, olvidado y a la intemperie. Por tanto, nunca podíamos saber lo que era aquella gran piedra, porque la parte decorativa estaba mirando hacia el suelo. Tras unos trabajos de limpieza, realizados el pasado viernes en la calle, en ese rincón de la iglesia donde se encontraba, para nuestro asombro, se ha podido comprobar que era parte de lo que quedaba del antiguo frontal de altar. Con ayuda de una gran grúa al darle la vuelta hemos contemplado con gran entusiasmo cómo se conserva todavía el escudo del jarrón de azucenas de la colegiata, prácticamente intacto.
Ahora se ha vuelto a meter en la iglesia mayor y se ha colocado en un lateral de las naves, para poder restaurarlo en un futuro y volverlo a ver con todo su esplendor en su lugar de origen.
Rafael Tenorio Olea
Vicario parroquial