Se aproxima la gran fiesta del Corpus Christi, y ya nuestras ciudades y pueblos preparan la procesión que atravesará las calles para manifestar que Cristo ha resucitado, que camina en medio de nosotros y nos guía hacia el Reino de los Cielos. Aquello que Jesús nos ha regalado en la intimidad del Cenáculo, lo sacamos a la calle, abiertamente. Porque el amor de Cristo no queda reservado en un sitio para unos pocos. Está destinado a todos. Por eso, nuestros gestos de amor y de devoción son también un potente testimonio.
En un tiempo en que Dios es olvidado, queremos, como Pueblo suyo, custodiar su presencia, guardar sus palabras en la custodia de nuestro corazón, como hizo María, la Virgen. Eso nos convierte a nosotros, también en custodias, en manifestadores de su presencia.
La procesión que celebraremos es una auténtica teofanía, es una manifestación de Dios al mundo; y Dios, cuando se manifiesta, no deja las cosas igual. ¿Qué transformación puede obrarse en nosotros este fin de semana, recibiendo a Cristo Eucaristía? Que nos hagamos uno con Él, y así, que seamos uno entre nosotros, pues el corazón de Cristo clama por la unidad, y el Espíritu Santo realiza la comunión. Sólo en esta comunión de amor la Iglesia es un testimonio creíble en medio de la sociedad (Cf. Jn 17, 21).
De hecho, es un fruto del sacramento eucarístico, tanto que cuando lo recibimos, decimos «recibir la comunión»: comunión con Cristo, y en Cristo con el otro. Es un gran regalo de Dios, la comunión, en este tiempo tan convulso en el que vivimos; y lo desea nuestro corazón: la comunión en la Iglesia, en el mundo, en la familia, en los matrimonios… Y lo desea ardientemente el mundo.
Dejémonos transformar por el Amor de los Amores; que su presencia nos lleve a la reconciliación, la paz, la unidad, el servicio al que lo necesita. Os invito a participar de la Solemnidad del Corpus Chirsti, que ya preparamos a través de diversas actividades, destinadas a generar en nosotros una disposición. Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, ¡sea por siempre bendito y alabado!
+ Rafael Zornoza
Obispo de Cádiz y Ceuta