El obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, presidió, la mañana del domingo 19 de junio, en la S.A.I. Catedral de Cádiz, el Solemne Pontifical con motivo del Corpus Christi.
Tras una semana cargada de actos y celebraciones, la celebración del Corpus Christi recuperó la normalidad prácticamente en su totalidad, después de dos años de limitaciones y restricciones a causa de la pandemia. En primer lugar porque se pudo ver una Catedral llena de fieles, sin límites de aforo, y en segundo lugar por volver a salir la procesión. Un cortejo que estuvo marcado por una salida atípica por la puerta de Arquitecto Acero, a excepción del Santísimo, que sí lo hizo por el pórtico principal, bajo palio y portado por el obispo diocesano, Mons. Rafael Zornoza.
A las nueve y media de la mañana, más temprano que en otras ocasiones, debido a la coincidencia con la jornada de elecciones en Andalucía y con el “Carnaval Chiquito”, daba comienzo el Solemne Pontifical. Mientras, media hora antes, se celebraba en la Parroquia de Santa Cruz la misa para los niños y niñas que este año han recibido su Primera Comunión.
Durante la ceremonia, a la que asistieron distintas autoridades civiles y militares de la ciudad, el obispo diocesano aseguró que “hoy tenemos una importante cita de fe para alabar a Cristo, manifestar nuestro amor a El, mostrar nuestra alegría e invitar a todos a participar de ella. También el Señor tiene un gran compromiso con nosotros porque su gozo es estar con los hijos de los hombres. Si en el origen de la fiesta de Corpus Christi estuvo la intención de fortalecer la fe de los creyentes en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, también hoy, debemos mirar a Cristo Eucaristía para reconocer un amor eterno que devuelve el sentido a la vida y saca al hombre de la desesperanza, de la soledad y del agotamiento extenuante del narcisismo y la ausencia de Dios”.
Así, en este regreso del Corpus a las calles, Mons. Zornoza afirmó que “Cristo Jesús está aquí presente porque Dios se hizo hombre por amor infinito a los hombres, dio su vida por nosotros muriendo en la Cruz, nos amó hasta el extremo y sigue amándonos con una intensidad divina excesiva, hasta el punto de salir a buscarnos a cada uno para sanar nuestras heridas, consolar nuestros afectos y colmarnos de esperanza. Como en los caminos de Galilea sale hoy a nuestras calles pues pasó por el mundo haciendo el bien. Jesús se acerca hoy a nosotros y nos dice: ‘Venid a mi los que estáis cansados y agobiados, que yo os confortaré’. Y a los que viven la vida perdidos, sin sentido: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’. Y a los desconsolados y abatidos por el pecado: ‘Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por cien justos que no necesitan conversión’”.
En esta celebración también del Día de la Caridad, el prelado manifestó que “La Eucaristía, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No sólo recibimos de modo pasivo al Señor, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega. Él nos atrae hacia sí de modo que la Eucaristía es la fuente de la verdadera caridad. En la Eucaristía Jesús nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así, en torno al Misterio eucarístico, el servicio de la caridad para con el prójimo que consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amó también a la persona que no me agrada y ni siquiera conozco”.
En ese sentido, Mons. Zornoza afirmó que “la Eucaristía es así el fermento de solidaridad en el mundo que llega a curar las heridas diarias infligidas a la fraternidad. Esto es un aldabonazo a los cristianos, a nuestras necesidades y bienes, pero porque la Eucaristía nos capacita para atender al prójimo mirándole con los ojos de Cristo. Es sacramento del amor entre nosotros y es impulso de fraternidad y de paz en medio del mundo. Sin embargo, la caridad exige de nosotros una constante conversión que nos permita vencer todo egoísmo y olvido de los demás, y asumir la entrega generosa de lo que somos y tenemos, por lo que Caritas Diocesana nos apremia a colaborar para remediar las graves situaciones de pobreza y exclusión que nos circundan”.
Una vez finalizado el Solemne Pontifical tuvo lugar la Solemne Procesión del Stmo. Corpus Christi en la Custodia de “El Cogollo”, que recorrió la calle Arquitecto Acero, plaza de la Catedral, calle Santiago, plaza de Candelaria, calle Santo Cristo, calle Sánchez Barcáiztegui, calle San Francisco, calle Nueva, plaza de San Juan de Dios, calle Pelota y plaza de la Catedral, para entrar de nuevo por la calle Arquitecto Acero en el interior de la Seo . En ella participaron distintos colectivos de la Iglesia gaditana, al igual que los niños de Primera Comunión.
Después de dos años volvieron a verse en el cortejo las imágenes del Dulce Nombre de Jesús, el beato Diego José de Cádiz, los santos patronos, San Servando y San Germán, y de la patrona de la ciudad, Nuestra Señora del Rosario. Igualmente, se recuperó la tradicional alfombra de sales en la Plaza de San Juan de Dios, que fue confeccionada por un grupo de jóvenes de la Pastoral Juvenil.
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