La parroquia de San Luis acogía el pasado sábado, 9 de enero, a un centenar de “pies negros”, aquellos hombres y mujeres nacidos en Argelia que tuvieron que abandonar su país de nacimiento en la época de la descolonización. Como cada año, prepararon su reunión anual que incluye la Santa Misa cantando los cantos que aprendieron de niños en francés y una comida que se realizó en el casino de Dalías. Venidos de diferentes puntos del mundo, esa reunión es “sagrada”.
La historia de un exilio apoyada en la fe y la identidad
«Yo nací en Orán, pero me tuve que marchar de allí cuando tenía 16 años. Emigramos a Francia y a España, sobre todo, pero todos los años nos reunimos para vernos y recordar aquellos años», afirma Ángel Ibáñez tras la última reunión anual de decenas de pies negros en la parroquia de San Luis de Almería.
Ángel forma parte de una generación de europeos que fueron a la diáspora tras la independencia de Argelia en 1962, más de un millón de personas, la mayoría católicos, que tuvieron que dejar el país que les vio nacer.
Todo aquello acabó con el fin de la época colonial, cuando miles de familias tuvieron que emigrar, sobre todo a Francia, pero también a lugares lejanos como Nueva Caledonia, Nueva York, Argentina o Australia. En España se quedó un grupo de familias que trató de mantener las tradiciones de su país natal, de modo que «cuando Argelia se independizó, a la Virgen de la Santa Cruz se llevaron a Nimes (Francia), pero años después un señor hizo una copia y la trajo a Almería, donde se venera en el pueblo de Dalías», dice Ángel Ibáñez.