IV Centenario de la canonización de 1622. San Ignacio de Loyola

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IV Centenario de la canonización de 1622. San Ignacio de Loyola

Aparición de la Virgen a San Ignacio de Loyola.

Iglesia Prioral de Santa María de la Asunción (Carmona)

El 12 de marzo de 1622 tuvo lugar en Roma la canonización de San Isidro Labrador, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Felipe Neri por el Papa Gregorio XV. Continuamos presentando una imagen de cada uno, deteniéndonos hoy en la pintura de San Ignacio de Loyola que se encuentra en la Prioral de Santa María de Carmona.

Esta pintura reproduce la aparición de la Virgen a San Ignacio de Loyola y es obra del pintor Juan del Castillo, pudiéndose fechar alrededor de 1635. Este pintor, en cuyo taller se formó Murillo, nació en torno a 1593 en Sevilla o en Carmona, habida cuenta de la asiduidad con la que trabajó en esta localidad, falleciendo en Sevilla entre mayo y junio de 1657, como recoge Lina Malo en su monografía de este artista, en la que también se señala que precisamente la primera noticia documental sobre Juan del Castillo que existe nos informa de su vinculación con la Compañía de Jesús, ya que indica que en abril de 1611 ingresó en la Congregación del Santísimo Sacramento de la Casa Profesa de los Jesuitas de Sevilla, para la que realizará la Alegoría de la Institución de la Eucaristía, hoy propiedad de la Universidad Hispalense.

La presencia de la Compañía de Jesús en Carmona se remonta a 1619, comenzando en 1701 la construcción de la Iglesia del Salvador, que finalizó en 1720. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 por decreto de Carlos III, su patrimonio pasó a diversas parroquias de la ciudad, pudiendo llegar así la obra que nos ocupa a la Prioral.

La tradición sostiene que la Virgen se la apareció a San Ignacio en la Cueva de Manresa para inspirarle y dictarle la redacción de los Ejercicios Espirituales, creencia recogida en la “Vida del Padre Balthasar Álvarez”, obra del jesuita Luis de la Puente, que cuenta cómo el arcángel Gabriel le dijo de parte de la Virgen a una señora que se planteaba hacer los ejercicios, que Ella misma “había sido como patrona y fundadora de aquellos santos ejercicios de la Compañía y había sido ayudadora y como enseñadora del santo padre Ignacio”.

Así, esta pintura nos muestra en primer término a San Ignacio de Loyola sentado ante una mesa, con una pluma en su mano derecha escribiendo en un libro lo que parece dictarle la Virgen María, la cual aparece entre nubes y ángeles que parecen inundar la cueva. Dirigiendo su mirada al santo, extiende sus brazos hacia éste, en un gesto que indica que está hablándole, mientras el jesuita la escucha con atención y devoción.

En la canonización de 1622 la presencia de San Ignacio de Loyola pone de manifiesto la fuerza aportada en la lucha contra el protestantismo por las nuevas congregaciones de clérigos regulares, como la Compañía de Jesús.

Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural

 

 

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