Conoce la Gloria quien entra en trato con el Hijo, que nos llama a imitarle, a seguirle y a permanecer en Él

PALABRA DE VIDA. Monseñor José Rico Pavés : “Conoce la Gloria quien entra en trato con el Hijo, que nos llama a imitarle, a seguirle y a permanecer en Él”

 

Después de celebrar la solemnidad de Pentecostés, la Liturgia nos invita a celebrar el misterio central de la fe y de la vida cristiana: el misterio de la Santísima Trinidad. Se ubica aquí la Jornada pro orantibus, oportunidad para rezar por los que rezan y dar gracias a Dios por las personas que consagran su vida a sostener con su oración a los demás en el claustro de un monasterio.

Al terminar el tiempo de Pascua la Iglesia pone una petición en nuestros labios: pedimos al Padre que nos conceda profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su Unidad todopoderosa. Tres acciones nos introducen en el Misterio: profesión de fe, conocimiento de la Gloria y adoración del Único Dios.

Profesa la fe quien la confiesa, es decir, quien la declara con los labios como expresión de lo que lleva en el corazón. Confesar la fe en la Trinidad implica entrar en el coloquio amoroso de las Personas divinas desvelándonos su misterio y el nuestro. En el Credo proclamamos lo que Dios realiza en favor nuestro: nos crea, nos redime, nos santifica. Al mismo tiempo, el Credo desvela nuestra dignidad: hemos sido creados capaces de Dios, redimidos por su amor misericordioso, llamados a compartir la misma vida divina.

Conoce la Gloria quien entra en trato con el Hijo, que nos llama a imitarle, a seguirle y a permanecer en Él. Misterio admirable de donación y acogida, que permite distinguir a las Personas en la Unidad de Dios. Conoce la Gloria de la Trinidad quien es introducido en los lazos amorosos de la comunión trinitaria. “Ves la Trinidad si ves el amor” (San Agustín).

Adora al único Dios quien reconoce su propia estatura ante Él y se postra. La adoración de Dios dignifica al ser humano porque le sitúa ante su propia verdad. Él es el Creador y nosotros somos sus criaturas. Plasmado a su imagen, dotado de dignidad personal, capacitado por la gracia para ser morada de la Trinidad, el ser humano reconoce en el Amor de la Santísima Trinidad su origen y su meta. Lo propio de Dios es hacer. Lo propio del ser humano dejarse hacer. Celebrar la Trinidad es vivir en la verdad plena.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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