La Iglesia en Sevilla presta especial atención a las personas mayores. No solo a través de proyectos solidarios y de acompañamiento a ancianos que lo necesitan, sino también con la acogida del clero mayor en la Casa Sacerdotal Santa Clara. Así, esta residencia se erige desde 2004 como un hogar para aquellas personas que han entregado lo mejor de su vida al ministerio sacerdotal.
Durante la primera visita de monseñor José Ángel Saiz a la Casa Sacerdotal recordó que los sacerdotes que aquí viven “cumplen una tarea importante, muy importante, que es rezar, la fuerza principal de la Iglesia es la oración”. Por tanto, aseguró, “el tramo final de vuestra vida puede estar empapado de oración, empapado de esa fuerza tan importante”.
En esta línea, el arzobispo de Sevilla no solo se encomendó a la protección y auxilio de la Virgen María, bajo la advocación de Ntra. Sra de los Reyes, sino a la oración de sus hermanos sacerdotes: “Os pido que os sintáis miembros muy activos del presbiterio, miembros muy activos de la diócesis, miembros muy activos de toda la pastoral. Lo principal es la oración y el testimonio de los sacerdotes, el testimonio de una vida consagrada. Os pido mucho que recéis por mí”.
Mucho más que una residencia
La Casa Sacerdotal Santa Clara se presenta como un espacio en el que el sacerdote mayor encuentra un lugar de descanso, oración y acompañamiento para vivir su ancianidad dignamente. Además, desde hace once años, no solo acoge a presbíteros enfermos o impedidos, sino también a curas sanos, que se valen por sí mismos, pero prefieren concluir su vida en comunidad, así como a sacerdotes que están de paso o que necesitan instalarse momentáneamente en la diócesis.
Actualmente, comenta Gumersindo Melo, director de esta casa, habitan 29 residentes, entre presbíteros y familiares de estos. La atención de calidad a todos ellos está garantizada gracias a los 23 profesionales contratados entre auxiliares de clínica, porteros, cocineros y limpiadoras. “Todos son importantes y fundamentales para el buen funcionamiento de la casa”, defiende Melo.
Antes de la pandemia, además, contaban con voluntarios que acompañaban a los sacerdotes mayores y realizaban ciertas actividades con ellos, “pero actualmente no los hay porque todavía, como residencia de mayores, tenemos restricciones a raíz de la pandemia”, lamenta su director.
Tampoco se han podido celebrar estos últimos años otras actividades como el pregón eucarístico en torno a la festividad del Corpus, la exaltación de la Semana Santa con la participación de un saetero o saetera, o los retiros en los tiempos litúrgicos fuertes.
En cambio, lo que sí han mantenido ha sido la celebración de la Eucaristía y el rezo del Rosario diario, al que se suman los residentes que quieran.
Tras cinco años dirigiendo la Casa sacerdotal Santa Clara, Melo reconoce que, como servicio a la Iglesia, es “una responsabilidad grande” pero se siente muy afortunado de compartir este tiempo con estos sacerdotes mayores: “Yo les tengo mucho respeto porque son personas que han vivido de forma entregada, son fieles y hasta al final de su vida se mantienen rezando el Oficio, celebrando la Eucaristía, etc. Esta fidelidad me conmueve y su experiencia me aporta fuerza”.