Ordenación sacerdotal de Kenneth Iloabuchi

Homilía del Obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes. Parroquia de San Andrés de Murcia, 29 de septiembre de 2013.

Emmo. Evdmo. Sr. Cardenal John Onaiyekan, Arzobispo de Abuja – Nigeria.

Rectores y Formadores de los Seminarios San Fulgencio y Redemptoris Mater,

Sacerdotes, religiosos, seminaristas,

Dignísimas autoridades,

Hermanos y hermanas,

Familiares del ordenado,

Querido Kenneth

Muchas felicidades por tu Ordenación Sacerdotal. Dios ha estado grande contigo, porque ha salido a tu encuentro, mientras atravesabas el desierto de la vida que encierra tantos sufrimientos, para llamarte a un ministerio que te sobrepasa, pero que te hará ver la mano del Señor cerca de ti. Dios te ha llamado para una tarea hermosa y grande, anunciar el gozo de la victoria de Dios sobre el pecado y sobre la muerte, abrir las puertas cerradas por la tristeza y la desesperanza para que pase la victoria de Cristo y entre la Vida, la luz de la verdad, la esperanza, la alegría y el amor, que nos regala en abundancia el Señor.

Kenneth, Dios te ha llamado a ti personalmente y te ha elegido, por esta razón debes responder llevando una vida santa, pues, aunque es verdad que la Palabra y los sacramentos actúan por la fuerza del Espíritu que transmiten, también es verdad que, cuando un sacerdote tiene experiencia de Dios, se convierte en Evangelio vivo. El mejor evangelizador es siempre el santo.

Ya eres un hombre para los demás, para la Iglesia, para la eternidad, no trates de aislarte nunca, porque esa sería tu perdición. Un sacerdote es un hombre de horizontes abiertos a Dios y a los hermanos, la Voluntad de Dios es tu norte. Como sacerdote nunca te estará permitido alejarte de Dios, el sacerdote vive en la casa de Dios, contempla la gloria de Dios y ahí le presenta a Nuestro Señor las necesidades de los hombres, al mismo tiempo que se preocupa por llevar a los hermanos la Palabra de Dios y su misericordia. Querido hermano, no dejes de rezar, de estar unido a Dios por medio de la oración, personal y comunitaria, para santificarte y para santificar a las almas que se te han confiado.

Te ruego, que sigas preparándote, unido a este presbiterio que te ha acogido como un hermano, para poder crecer en la virtud, especialmente en la que te va a moldear y guiar en tu vida espiritual: en la caridad pastoral que brota del Corazón misericordioso de Jesús Salvador.

El signo que nos muestra tu vida ofrecida lo reconocemos en tu entrega total a la Iglesia que, por consiguiente, constituye el interés principal del presbítero bien formado y maduro. Así, cuanto más entregado a la Iglesia, guiada por el Espíritu, mayor será el espacio de tu corazón para servir a los hermanos, con una disponibilidad generosa. A esto colabora el don del celibato sagrado (cf. Pastores dabo vobis, 50). El celibato eclesiástico constituye para la Iglesia un tesoro que es preciso guardar con todo esmero y proponer, sobre todo hoy, como signo de contradicción para una sociedad que necesita ser impulsada hacia los valores superiores y definitivos de la existencia. Las dificultades actuales no pueden hacer que renunciemos a ese precioso don que la Iglesia ha hecho suyo, ininterrumpidamente, desde el tiempo de los Apóstoles, superando otros momentos difíciles que obstaculizaban su mantenimiento.

Querido neo presbítero, has recibido un don alto, al que hay que corresponder aceptándolo con gratitud, amándolo y entregándolo a los demás. No lo consideres como una realidad puramente humana, míralo a la luz de la voluntad soberana de Dios que elige libremente a sus pastores. Te deseo mucho ánimo y mucha valentía para el ejercicio de tu ministerio. Todos vamos a pedir al Señor que te conceda el don de la fidelidad y que tu vida ofrecida a la Iglesia y a los hermanos dé muchos frutos.

Sr. Cardenal, Eminencia, permítame que le diga que hoy vivimos un gran día en esta Iglesia de Cartagena por la ordenación de Kenneth, ya es un hermano en este presbiterio, sus siete años en el Seminario Mayor de San Fulgencio nos han vinculado como miembros de una misma familia y recorreremos juntos el camino hacia la Vida que nos regala el Señor. En la fe no hay fronteras, ni razas, ni ideologías, ni límites que impidan la virtud del amor y de la caridad. Estoy muy feliz de tenerle entre nosotros, Su Eminencia es Cardenal de la Iglesia Católica y está en su casa, también este es su hogar y nosotros sus hermanos. Espero que disfrute estos días de nuestra fraternidad.

Amadísimos hermanos, encomendamos a la Reina de los apóstoles a los sacerdotes de todo el mundo. Confiemos a su Corazón de Madre a todos los que se preparan para llegar al sacerdocio. Pongamos, confiados, en sus manos nuestros propósitos humildes, pero sinceros, de crecer en la fidelidad a la Voluntad de Dios, como hizo María, y podamos experimentar la paz, la alegría y la fecundidad pastoral que brotan de la condición de hijos suyos.

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

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