Desde el 17 al 22 de enero próximos, voy como obispo de Córdoba a la Visita al limina, visita oficial al Papa Francisco y a los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo, junto con todos los obispos de las provincias eclesiásticas de Sevilla, Granada y Mérida-Badajoz. Un grupo de 16 obispos, que constituimos el tercero de cuatro grupos de todos los obispos españoles. Además de la visita larga y detallada del día 21 con el Papa, celebraremos en días sucesivos la Eucaristía en las cuatro basílicas mayores y despacharemos con los responsables de los distintos sectores del gobierno de la Iglesia universal. Son días de gracia especial, y os pido que acompañéis al obispo en esta tarea que realiza en nombre de toda la diócesis de Córdoba. Yo os tendré presentes a todos en la oración ante el sepulcro de los apóstoles, para que nuestra fe se fortalezca.
Hemos elaborado un informe amplio del estado de nuestra diócesis en todos sus sectores, que enviamos a su tiempo, y sobre ello trataremos con los distintos Dicasterios vaticanos. Al hacer un balance de los últimos años, es impresionante la actividad que la Iglesia realiza en favor del hombre y en favor de la sociedad. La visita a Roma es también ocasión para dar gracias a Dios y recibir orientaciones de quienes gobiernan con el Papa la Iglesia universal.
Os invito a todos, queridos fieles de la diócesis de Córdoba, a acompañar con vuestra oración al obispo y os pido que recéis especialmente durante estos días por el Papa y todas sus intenciones. Sugiero a los sacerdotes que usen los formularios de la Misa por el Papa durante todos los días de la semana, que introduzcan peticiones en la oración de los fieles en la Misa y en la liturgia de las horas y que recen especialmente el Santo Rosario por las intenciones del Papa. Junto a la oración, la limosna para sostener el gobierno de la Curia vaticana y las obras de caridad del Papa.
El obispo de Roma, el Papa, es el sucesor del apóstol Pedro, a quien Jesús confió su Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. El sucesor de Pedro se convierte así en el principio y fundamento de la unidad de la Iglesia. La comunión con el Papa nos hace católicos. Por eso, no es cuestión de gustos o preferencias. La comunión con el Papa nos hace estar en línea con la voluntad de Cristo en el seno de su santa Iglesia.
Los medios de comunicación nos acercan hoy más que nunca la persona y la figura del Papa, sus enseñanzas, sus orientaciones, sus viajes, sus catequesis. Pero no basta que tales medios hagan una amplia difusión. Es necesario que “sintamos con la Iglesia jerárquica”, como dice san Ignacio de Loyola y nos sintamos en plena comunión con el Sucesor de Pedro, con el Vicario de Cristo en la tierra, con el “dulce Cristo en la tierra”, como le llama santa Catalina de Siena.
Eso significa una actitud de acogida disponible de sus enseñanzas, como un hijo escucha a su padre, como un discípulo escucha a su maestro. La comunión con el Papa se vive en la obediencia gozosa a quien Dios ha puesto al frente de su Iglesia. Quizá uno de los males de nuestro tiempo es el de montarse cada uno su religión a la carta. Uno toma lo quiere y deja lo que no le interesa. Esa no es una actitud de plena comunión y por ese camino se han producido tantas rupturas en la comunidad cristiana a lo largo de la historia.
La unidad, que Cristo pidió insistentemente al Padre en el momento supremo de su vida: “Que todos sean uno”, se construye cada día en la acogida de la gracia de Dios de vivir en la comunión eclesial. Cristo sí, Iglesia también: La fidelidad al Papa es uno de los rasgos más típicamente católicos, sea quien sea el Papa que nos da Dios en cada momento.
Oramos por el Papa Francisco, revisamos nuestra actitud ante sus enseñanzas y orientaciones, procuramos secundar lo que él nos dice. Vivimos la comunión con la Iglesia, con todos los miembros de la Iglesia, que tiene su punto de encuentro en el amor al Papa y la comunión con él.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba