Como cada año, la Archidiócesis hispalense invita a vivir con hondura espiritual las fechas navideñas, momento en el que la Iglesia celebra la Encarnación de Dios. Para ello, proponemos gestos sencillos y cotidianos que marquen la diferencia entre una Navidad “laica” y otra vivida con profundo sentido cristiano. Entre estos detalles significativos, destacan la bendición de la mesa durante la cena de Nochebuena y la comida de Navidad, tradicionalmente una cita familiar que puede ser un pretexto para “crear puentes” y dar testimonio de la Iglesia doméstica con la que debe identificarse la familia.
Bendición de la mesa en Nochebuena
Leemos: Cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. El Señor te dará reposo permanente, en el desierto saciará tu hambre.
Uno (preferiblemente el más joven) dice: La Palabra se hizo carne. Aleluya.
Respondemos todos: Y acampó entre nosotros. Aleluya.
Bendición de la mesa en Navidad
Leemos: Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendías posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón.
Uno (el más joven) dice: La Palabra se hizo carne. Aleluya
Respondemos todos: Y acampó entre nosotros. Aleluya.