El Movimiento Familiar Cristiano surgió en España en 1966 de la fusión de los Equipos Pío XII, la Obra Apostólica Familiar y otros movimientos familiares, y en concreto, este movimiento presente en la Archidiócesis desde 1994, tiene como objetivo, descubrir, vivir y transmitir los valores cristianos fundamentales de la familia, la vocación del laico casado, la fuerza salvadora del sacramento del Matrimonio, la vivencia de la fe cristiana en el marco de la familia y la prioridad de la familia como Iglesia doméstica y transmisora de la fe.
El Movimiento Familiar Cristiano, presente en la Archidiócesis de Sevilla, ofrece una espiritualidad que surge del Evangelio y de la vivencia del matrimonio. Como movimiento evangelizado y evangelizador de la familia desde la familia, según su ideario familiarista, comunitario y evangelizador cuenta con 62 familias, entre matrimonios y personas viudas. “Es el rasgo más específico del movimiento y que lo diferencia de otros movimientos”.
En las parroquias, el movimiento está implicado dentro de las distintas pastorales, cursillos prebautismales, prematrimoniales, pastoral de la salud, Cáritas, entre otros.
María Reyes Fernández y Manuel Bo, es el matrimonio responsable del Movimiento Familiar Cristiano en la diócesis. Junto a un equipo de voluntarios y a un sacerdote consiliario, se encargan de brindar herramientas a otros matrimonios para crecer humana y cristianamente por medio de la formación y el diálogo conyugal, en reuniones quincenales.
El amor conyugal como signo del amor de Dios
En este sentido, “cuando se habla del amor, conviene dejar claro que su forma más completa y plena es el amor conyugal, el que vincula para siempre a un hombre y a una mujer con un compromiso de mutua entrega que se expresa en la unión corporal”, explican desde el movimiento. “Este amor es el que corresponde plenamente a la voluntad creadora de Dios que nos hizo varón y mujer”.
Pero hay más – manifiestan-, “ese mismo amor conyugal es escogido por Dios como signo del amor que Él tiene al hombre. Cuando Dios quiso expresar la clase de vínculo que le unía con la humanidad, no tuvo mejor forma de hacerlo que mediante el amor y la fidelidad conyugal. El matrimonio cristiano es un signo que no sólo indica cuánto amó Cristo a su Iglesia en la alianza sellada en la cruz, sino que hace presente ese amor en la comunión de los esposos”.
Y es precisamente el amor conyugal a la luz de la Palabra de Dios en que se fundamentan los encuentros de los matrimonios “que libremente y por iniciativa propia quieren ser protagonistas de la misión de la Iglesia”.
Por tanto, “para ser miembro del Movimiento Familiar Cristiano no basta un serio compromiso de vivir la fe en el ámbito conyugal o familiar, tampoco basta el compromiso de formarse personalmente para una mayor madurez humana y cristiana, el movimiento exige además de sus miembros una capacitación adecuada y una disponibilidad real para participar de alguna de las actividades que promociona y desarrolla de acuerdo con su carácter familiarista”.
En definitiva, explican María Reyes y Manuel, “es un movimiento de la Iglesia Católica extendido por todo el mundo formado por familias que quieren vivir su fe con alegría, en comunidad con la Iglesia y su jerarquía”.