Lecturas: Sofonías 3.14-18a; Salmo: Is12,2-6: Gritad Jubilosos: qué grande es en medio de ti el Santo de Israel; Filipenses 4,4-7 y Evangelio de San Lucas 3, 10-18.
Puede que experimentes la tentación de leer directa y exclusivamente el Evangelio, incluso puedes que te atrevas con la lectura interleccional que nos propone la Iglesia esta semana que saltándose el Salterio “incrusta” a nuestro siempre atinado profeta Isaías. Sin duda te deleitarás con el texto de Filipenses que da nombre a este domingo (Gaudete in Domino Semper, iterum dico vobis, gaudete, Alegraos siempre en el Señor: de nuevo os digo, alegraos), pero albergo el temor que pases de largo al encontrarte con el profeta Sofonías. Su mismo nombre resulta extraño y poco familiar. Es una pequeña obra que incluso puede resultar difícil de localizar entre los textos del Antiguo Testamento y en la que quizás y digo quizás, jamás hayas reparado.
Y, sin embargo, su invitación a estallar de júbilo se vuelve peligrosamente contagiosa. Recurrirá a todos los vocablos a su alcance para provocar la verdadera alegría (gozo, regocijo, fiesta, danza…) No solamente se alegra la comunidad, Dios también se alegra (v.17). La narración se abre con el gozo del pueblo y se cierra con el gozo de Dios (qué afortunados somos: nuestro Dios, es un Dios que sabe gozar, regocijarse, festejar e incluso danzar en los cortejos planetarios y en un universo capaz de reflejarse en el salto de agua del mas pequeño riachuelo).
¡Qué decir de la sonrisa de un niño! Ahí está Dios, sonriendo con el mundo. Aunque el mundo se despiste de la alegría y se sumerja en el entretenimiento vacuo y en la inane distracción. Toda la liturgia de este domingo es una provocación a la tristeza. El motivo del gozo es la venida de Dios. Seguramente las cosas no van muy bien, no encontramos soluciones fáciles a los graves problemas que atraviesa nuestro mundo y el sufrimiento no parece terminar. Sólo la presencia del Enmanuel (Dios con nosotros) puede iluminar toda sombra de vida desfigurada y proyectos quebrados. Nuestro caminar se aligera al actualizar en nuestra vida y en la comunidad humana el don de lo acontecido en el nacimiento de Jesús. Los senderos se despejan cuando avanzamos esperanzados hacia el día de su regreso glorioso. Será en Sofonías donde se inspirará el texto de la anunciación de Lucas: “Alégrate… El Señor está contigo…No temas…”.
Ramón Carlos García Rodríguez
Rector del Seminario