Lo que tienes para vivir

Desde pequeños hemos aprendido que la fe nos lleva a confiar plenamente en Dios, hasta abandonarnos en Él. Los ejemplos que nos pone la Palabra de Dios nos van a ayudar a entender lo que significa poner a Dios en el centro de nuestra vida, confiar plenamente en el Señor, en los dos casos se trata de una viuda. ¿Sabéis cuál era la situación de una viuda en tiempos del Señor? Era una mujer que tenía los días contados, porque la falta del marido la había condenado a ser nada y a no contar para nada en aquella sociedad, hasta el punto de verse a las puertas de la muerte. En los dos casos, el ejemplo de estas mujeres ha sido admirable, puesto que prefirieron la muerte antes de apartarse de la voluntad de Dios. Los ejemplos son idénticos, no solo han dado de lo único que tenían, sino todo lo que tenían y por eso son alabadas.

Dios no cuenta la cantidad del donativo, sino la gran generosidad que ha tenido cada una de estas mujeres, esta ha sido la mayor aportación, la ofrenda de sus propias vidas y, además, añádasele la rapidez con la que han respondido, no han hecho esperar a Dios. Pero conviene saber que a Dios no le podemos dar nada de lo que no tenga, Dios no necesita de nuestras cosas. Lo que verdaderamente importa es cuando le damos a Dios nuestro interior, cuando le damos nuestro corazón, es decir, cuando le damos nuestra vida. Es lo que quería hacer esta mujer del Evangelio, darle a Dios todo, si no tenía nada más, se dio entera, se puso en las manos de quien sostiene a huérfanos y viudas. Esta ha sido su mejor lección, confiar plenamente en Dios, sin cálculos ni preocupaciones por el mañana.

Esta viuda será siempre un ejemplo de fe viva, un ejemplo de abandono en las manos de Dios con una entrega total y generosa. No hay más secretos que la fe, la confianza, saber que Dios da pan al hambriento, sostiene a huérfanos y viudas.

En este domingo de noviembre celebramos el Día de la Iglesia Diocesana con la oportunidad de «un sano caminar juntos», como Pueblo de Dios. En esta Diócesis de Cartagena caminamos juntos, los laicos, religiosos y presbíteros, en sinodalidad, tal como corresponde a una Iglesia-comunión con la fuerza del Espíritu Santo. El Papa Francisco en su Carta Encíclica Fratelli tutti, nos pide con urgencia que nos sintamos familia, llamados a la fraternidad universal y, por medio del diálogo, llegar a la cultura del encuentro, porque quien dialoga es amable, reconoce y respeta al otro. Somos una gran familia, hermanos que colaboran en el proyecto común del Reino de Dios, «donde no hay “otros” ni “ellos”, solo hay “nosotros”», que unidos y con la ayuda de Dios construiremos un mundo abierto, sin muros ni fronteras; con la confianza de ser capaces de reconocer que no podemos quedarnos en nuestras heridas a causa de los desencuentros, sino buscar a Dios y a los hermanos con la alegría de la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la caridad para recorrer juntos los caminos del reencuentro con la audacia de la verdad, compañera inseparable de la justicia y de la misericordia.

Os animo a todos a poner el oído en las cosas de Dios y de los hermanos, porque el Señor siempre nos dará fuerzas para atender a los más necesitados, pero necesitamos la colaboración de todos para sostener las necesidades de esta Iglesia que no se olvida de los pobres. Que Dios os bendiga siempre.

+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

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