Mensaje del Obispo, Mons. Jesús Catalá, con motivo de la Pascua de Resurrección.
El Reino de Dios está presente ya en este mundo y se desarrolla de maneras diversas en el corazón de los creyentes. El Señor Jesús lo compara a una semilla pequeña que llega a convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13,31-32).
Dios sembró en nosotros la semilla de la inmortalidad al recibir las aguas bautismales; infundió en nuestro espíritu la vida eterna. Esta realidad inicial va creciendo en nuestro interior hasta desarrollarse de manera plena al término de nuestra vida temporal.
Cada Pascua es una nueva resurrección, un renacimiento a la vida eterna, un crecimiento espiritual, una presencia sanante de la gracia, un resurgir a la nueva vida. A la Pascua de primavera la llamamos “Pascua florida”, porque la vida del Espíritu florece de nuevo en lo más hondo de nuestro ser.
Como dice el papa Francisco: «La Resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la Resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano. ¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!» (Evangelii gaudium, 278).
¡Vivamos la alegría de haber resucitado con Cristo! ¡Dejemos que renazca en nuestros corazones la vida de Cristo!