Homilía del Obispo de Cartagena, Mons. José manuel Lorca Planes, en Murcia, a 5 de julio del 2015.
Ilmo. Vicario Episcopal
Rectores del Seminario San Fulgencio y Redemptoris Mater. Queridos formadores,
Queridos sacerdotes, en especial al Sr. Cura de San Andrés que nos vuelve a acoger en este bello templo.
Religiosos y religiosas,
Dignísimas autoridades,
Mi agradecimiento y saludo a los padres y demás familiares del ordenando,
Seminaristas de los seminarios mayores y Menor de San José,
Queridos feligreses de esta parroquia de San Andrés,
Hermanos y amigos.
Querido Ángel,
La Palabra de Dios de este domingo nos ayuda a superar las limitaciones de nuestra condición humana y a que nos fiemos de Dios, que sabe y puede hacer cosas grandes, para que no caigamos en el mismo pecado de los paisanos de Jesús y para que abramos los oídos a su Palabra, que es clara: ¡Despertad a la fe y a la confianza! Dios llama a nuestra puerta con un rostro conocido y podemos ver con nuestros propios ojos las obras de sus manos, las maravillas que hace. La admiración sin la fe se queda en el nivel de lo humano y siempre es raquítica, pero cuando brota de la experiencia de la fe es buena, porque nos abre el horizonte a la admirable grandeza de Dios.
Ángel, anota en tu diario íntimo que hoy Dios cuenta contigo para que seas testigo de la grandeza de Dios, administrador de sus misterios, pero que no se te olvide nunca que eres uno de los nuestros, uno de este barrio, uno al que ha llamado el Señor y te ha hecho capaz para esta responsabilidad de lograr comunicar el amor misericordioso de Dios. Esto supone tomar conciencia de que eres un humilde servidor en la viña del Señor, encargado de que los que se te confían conozcan el rostro y el corazón de Dios. En la espiritualidad cristiana se ha destacado siempre esta verdad, que no hay mejor predicación que el testimonio, que las obras, que seas tú el primer admirado de la obra de Dios en tu vida.
Querido diácono, ¿te has dado cuenta que al ser llamado por el Señor vas a entrar en una cadena de amor que te supera? ¿Que vas a ser parte activa de una historia de salvación de la que, luego, Dios te pedirá cuentas? Este itinerario lo plantea el Papa Francisco en la Bula, Misericordiae Vultus, cuando dice: «En la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios». El Santo Padre señala el camino para que la gente pueda contemplar la fuente de la alegría, de la serenidad y de la paz. Es a través de Jesús. Quien ve a Jesús, ve al Padre. Tú, como sacerdote, en las celebraciones y en tu vida debes ser Jesucristo; a través de ti, los hermanos deben ver a Cristo. Aunque te parezca complicado el lío en el que te ha metido el Señor, no es nada difícil, ya lo verás, se te da la llave maestra para que puedas resolver cualquier dificultad de interpretación de tu ministerio: la misericordia. Así de sencillo lo dice el Papa Francisco: «Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro… Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados. La Misericordia es la llave maestra que abre la puerta del corazón de Dios, el que está «para la humanidad siempre presente, cercano, providente, santo y misericordioso».
El año jubilar que nos espera tiene una señal concreta de identidad, el perdón de las ofensas, un «imperativo del que no podemos prescindir», porque dice el Papa Francisco que «es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza». Ángel, ¿te has dado cuenta de la inmensa tarea que te espera para pacificar, para hacer que desaparezca del horizonte de la vida de mucha gente el rencor, la rabia, la violencia o las venganzas… en el nombre del Señor? Todo con un solo gesto, con una sola palabra: «Yo te perdono». Muchas cosas buenas puedes hacer en tu vida sacerdotal no te quepa la menor duda, pero en el sacramento de la Penitencia vas a ver milagros. Precisamente por eso te debes acercar al interior de penitente que busca la reconciliación y la misericordia de Dios con un gran respeto, para poner la luz de Dios y que brille la gracia donde abundó la tiniebla. Nunca te sentirás más pequeño y más insignificante que ahí, pero a la vez, te abrasará el gozo de haber sido un instrumento de la gracia de Dios, un «signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva», un «fiel servidor del perdón de Dios», dice el Papa.
Ángel, cuenta con nuestras oraciones, vive intensamente este regalo que te hace el Señor con toda humildad y en obediencia a la Iglesia. Procura ser muy feliz sirviendo a los hermanos que se te confíen y cuida los pilares de tu condición de discípulo y testigo. Para esto la Iglesia te ofrece la ayuda del Obispo y del presbiterio diocesano, como tu nueva familia. Este Obispo te ayudará siempre a renovar tus promesas sacerdotales y a velar por los derechos de los fieles con exquisito cuidado en la caridad pastoral. Recuerda la importancia y la corresponsabilidad de los fieles laicos en la vida de la Iglesia y trabaja como un pastor que da la vida.
Que la Santísima Virgen María te guíe y te acompañe en la fidelidad total a la voluntad de Dios todos los días de tu vida, que sea tu refugio y modelo. A ella te encomiendo. Amén.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena