Escrito de Mons. Lorca Planes para este II Domingo de Tiempo Ordinario.
Acabado el tiempo de la Navidad, la liturgia nos introduce en lo que llama, Tiempo Ordinario. Se trata de la etapa más larga del año donde la Palabra iluminará el día a día de los hombres, sus complejas situaciones, que muchas veces resuelven mal, porque se dejaron llevar de la tentación de desconfiar de Dios. Las lecturas de este domingo nos muestran un camino seguro, el de Jesús. Eso mismo hizo Juan con sus discípulos, señalarles al que verdaderamente les va a ofrecer la salvación que esperan: «Este es el Cordero de Dios». Me parece admirable la responsabilidad de Juan el Bautista, que con una claridad meridiana señala a los discípulos la buena dirección, los pone en la verdad, pero ahora les corresponde a ellos comenzar a caminar, interesarse, buscar, preguntar y abrirse a la íntima personalidad de Jesús.
En la primera lectura sucede lo mismo, alguien te pone frente a Dios, pero la decisión de escuchar, atender, fiarte de sus palabras… siempre es tuya, eso pasó con el joven Samuel. El muchacho aún no conocía la Palabra y se desconcertaba ante la llamada, afortunadamente tenía a su lado al sacerdote Elí, que le explicó cómo había de responder y le ayudó a entender la situación. Es cierto que tampoco fue una aventura ciega, el chico estaba en búsqueda, en torno al templo y es allí donde aprendió el estilo de Dios y cómo responder: «Aquí estoy, vengo porque me has llamado». No cabe dudar de su decisión de servir. El viejo sacerdote Elí le ayudó a descubrir la importancia de la Palabra, a saber situarse ante la voluntad de Dios: «Habla, Señor, que tu siervo escucha» y el resultado no puede ser más bello. Quizás sería bueno que revisáramos nuestra capacidad de escuchar a Dios y de pedirle buenos maestros que nos guíen.
Tres cosas se destacan en esta historia del diálogo con Dios, sencillas, pero necesarias para el hombre de hoy: la llamada, el encuentro y el seguimiento. Todos recibimos un sinfín de mensajes cada día, unos buenos y positivos, pero otros… pueden ser hasta dañinos, de aquí la necesidad de saber discernir, de tener buenos directores espirituales y el coraje de fiarnos de Jesús, que con sencillez te dice: «Ven y verás». En el irresistible encuentro con Jesús estás ya en el Camino, en la Verdad y en la Vida; lo que te ofrece es acercarte a la experiencia de la fe, a la necesidad de seguir con una vida nueva, distinta, apasionante. Al final de esta experiencia no podemos hacer otra cosa que gritar para que nos oiga todo el mundo: ¡Hemos encontrado al Mesías!
¡Mucho ánimo y que Dios os bendiga!
+José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena