Carta pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta con motivo de la Jornada Mundial de la Paz. Mis queridos diocesanos:
Una vez más, el día 1 de enero, celebramos la Jornada Mundial de la Paz, que instituyó el Papa Pablo VI hace 41 años. Os recuerdo, también, que hace sesenta años la Organización de las Naciones Unidas hacía pública de modo solemne la Declaración universal de los derechos humanos, y este año, también, se celebra el 25 aniversario de la adopción por parte de la Santa Sede de la Carta de los derechos de la familia.
A la luz de estas significativas efemérides, os invito a implorar a Dios el gran don de la paz, al mismo tiempo que os presento el mensaje del Papa Benedicto XVI para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, cuyo lema es “Familia Humana, Comunidad de Paz”.
1. El don de la paz
La paz es uno de los bienes más preciados para el hombre. Con razón se dice que la paz es fruto del orden en el que las personas se sienten tranquilas y sosegadas por cuantos sus derechos y legítimos intereses son debidamente reconocidas y respetados. La paz no es ciertamente la mera ausencia de la guerra, ni siquiera el solo equilibrio de las fuerzas, ni mucho menos el orden establecido por un poder hegemónico e incontrolado, que aplasta cualquier conflicto o disidencia.
No hay paz sin el respeto de la persona humana y del conjunto de derechos fundamentales que de ella dimanan. Como nos dice la Escritura, la paz y la justicia se abrazan. Es más, podemos decir que la paz se identifica con el amor en el que todo se resume, incluso la justicia y el respeto por los derechos del hombre, cuya dignidad hay que buscarla en el hecho de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios. Desconocer su dignidad es el principio de la barbarie, cuya ley es el poder del más fuerte y violento.
2. Familia humana, comunidad de paz
El Papa Benedicto, a la par que ilumina esta situación, nos acaba de hacer un precioso regalo a la Iglesia Universal y en particular a nuestra Iglesia diocesana de Cádiz y Ceuta, con el Mensaje de este año titulado “Familia humana, comunidad de paz.”. Os invito a que lo leáis y lo oréis. Por mi parte os presento los núcleos fundamentales del mismo.
Hay que reconocer que en todo el Mensaje el Santo Padre nos muestra cómo la familia y la paz se unen constantemente en un círculo fecundo que constituye uno de los presupuestos más estimulantes para dar vida a un apropiado enfoque cultural, social y político de los complejos temas relativos a la realización de la paz en nuestra época.
Así, en la primera parte se evidencia el sentido y el valor de la conexión entre núcleo familiar y paz, y, en la segunda, la familia humana se pone en relación con una serie de problemas que atañen a la paz.
3. Visión cristiana de la familia
La primera parte del Mensaje está dedicado a algunos elementos descriptivos de la visión cristiana de la familia: “La familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es el “lugar primario de “humanización” de la persona y de la sociedad”, la “cuna de la vida y del amor”. Con razón, pues, se ha calificado a la familia como la primera sociedad natural, “una institución divina, fundamento de la vida de las personas y prototipo de toda organización social” (Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2008, nº 2).
“En una vida familiar “sana”, según explica el Papa, “se experimentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo” (Ibíd., nº 3).
“La familia tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos. Cuando la sociedad y la política no se esfuerzan en ayudar a la familia en estos campos, se privan de un recurso esencial para el servicio de la paz” (Ibíd., nº 5).
4. Familia educadora de la paz
El Santo Padre subraya que “la familia es la primera e insustituible educadora de la paz”, recuerda que es también “fundamento de la sociedad porque permite tener experiencias determinantes de paz. Por consiguiente, la comunidad humana no puede prescindir del servicio que presta la familia” (Ibíd., nº 3).
“La familia, al tener el deber de educar a sus miembros, es titular de unos derechos específicos. La misma Declaración universal de los derechos humanos, que constituye una conquista de civilización jurídica de valor realmente universal, afirma que “la familia es el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado. (…) La negación o restricción de los derechos de la familia, al oscurecer la verdad sobre el hombre, amenaza los fundamentos mismos de la paz”(Ibíd., nº 4).
“El lenguaje familiar es un lenguaje de paz; a él es necesario recurrir siempre para no perder el uso del vocabulario de la paz” (Ibíd., nº 3).
5. Interferencias legislativas que debilitan la familia
De hecho, dice el Papa en su Mensaje, “todo lo que contribuye a debilitar la familia, fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz” (Ibíd., nº 5).
Las exigencias particulares de la familia (medio ambiente, economía, moral, superación de los conflictos) enumerados por el Papa en su Mensaje nos recuerda que la cuestión ambiental está estrechamente ligada con la cuestión de la paz, porque “es fundamental “sentir” la tierra como “nuestra casa común” y para ponerla al servicio de todos, adoptar la vía del diálogo en vez de tomar decisiones unilaterales” (Ibíd., nº 8).
En la segunda parte del Mensaje, el Santo Padre expresa una relación de problemas que incumben a la paz. De ahí que respecto a la economía diga: “Se tiene una auténtica experiencia de paz en la familia cuando a nadie le falta lo necesario, y el patrimonio familiar -fruto del trabajo de unos, del ahorro de otros y de la colaboración activa de todos- se administra correctamente con solidaridad, sin excesos ni despilfarro” (Ibíd., nº 9). Esta imagen de la familia ayuda a mantener siempre en relación dos facetas de la economía: “Hay que fomentar relaciones correctas y sinceras entre los individuos y entre los pueblos, que permitan a todos colaborar en plan de igualdad y justicia. Al mismo tiempo, es preciso comprometerse en emplear acertadamente los recursos y en distribuir la riqueza con equidad” (Ibíd., nº 10).
6. Familia, norma c
omún y paz
La exigencia moral de vivir bajo una ley común, válida para la familia, es también causa de paz porque impide el individualismo egoísta y une a sus miembros, favoreciendo la convivencia. También esto debe ser válido para la familia humana. “Una familia vive en paz cuando todos sus miembros se ajustan a una norma común” (Ibíd., nº 11).
El Santo Padre denuncia que “en la familia de los pueblos se dan muchos comportamientos arbitrarios, tanto dentro de cada Estado como en las relaciones de los Estados entre sí. Tampoco faltan tantas situaciones en las que el débil tiene que doblegarse, no a las exigencias de la justicia, sino a la fuerza bruta de quien tiene más recursos que él” (Ibíd., nº 11).
El Papa afirma que “la humanidad sufre hoy, lamentablemente, grandes divisiones y fuertes conflictos que arrojan densas nubes sobre su futuro” (Ibíd., nº 14).
7. Trabajar por la paz
A pesar de que la paz es un gran bien, sabemos que nunca ha existido plenamente. La historia está llena de atrocidades a los que los hombres se han visto injustamente sometidos. No obstante los progresos de la humanidad, todavía en nuestro tiempo observamos cómo los violentos, movidos por su furia destructiva y prepotente, basada en el egoísmo irracional, recurren a mil formas de crímenes y abusos.
“La familia -tal y como lo indica el Papa Benedicto en su Mensaje- es la primera e insustituible educadora de la paz” (Ibíd., nº 3). Hemos de trabajar unidos por la paz.
El primer día del año, la Iglesia celebra también la solemnidad de la maternidad de María. Entramos, pues, en el año 2008 de la mano de María y bajo su protección. Que Ella, que trajo al mundo al Príncipe de la Paz, en la Sagrada Familia de Nazaret, sea poderosa intercesora para que los caminos de la humanidad en el presente año sean caminos de paz desde la Familia.
Os deseo a todos un feliz Año nuevo. Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 21 de diciembre de 2007.