El pasado miércoles 4 de agosto, Mons. Bernardito Cleopas Auza, Nuncio Apostólico de España y del Principado de Andorra llegó a Ceuta acompañado del Obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza para celebrar la solemnidad de la Patrona de la Ciudad Autónoma. Pero además, recorrió la Ciudad para conocer de primera mano el perímetro fronterizo, el sistema migratorio y ver en persona, las costas que unen Europa con África.
Visitó también la Basílica Tardo Romana con la presencia de varias autoridades como el Consejero de Educación y Cultura de la Ciudad Autónoma de Ceuta, la Asesora-Delegada de la Consejería de Educación y Cultura, y por el arqueólogo municipal. Tras la visita hicieron la ofrenda floral a la Virgen de África.
El jueves 5 de agosto, el Presidente de la Ciudad recibió en el Palacio Autonómico a Mons. Cleopas Auza, a Mons. Zornoza y a Francisco Fernández Alcedo, Vicario General de Ceuta. Posteriormente, presidió la misa solemne en honor a Santa María de África, concelebrada por el Obispo diocesano, Mons. Rafael Zornoza y por el Vicario de Ceuta.
En la celebración estuvieron presentes las autoridades ceutíes; el Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, el General Segundo Jefe de la Comandancia General. También varios miembros de la Asamblea de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Parlamentarios Nacionales por Ceuta, autoridades civiles y militares, el Presidente y la Mesa Permanente del Consejo de Hermandades y Cofradías del Obispado de Ceuta, la Hermana Mayor y Junta de Gobierno de la Primitiva, Fervorosa e Ilustre Cofradía de Caballeros, Damas y Corte de Infante de Santa María de África Coronada.
Durante su homilía, Mons. Cleopas Auza transmitió un saludo a todos los ceutíes de parte del Papa Francisco y reconoció lo especial de la ocasión “La fiesta de hoy es muy especial por la devoción y el cariño que tenéis a Dios, a la Santísima Virgen y al Papa”. El Arzobispo hizo un breve análisis de los gestos que expresa la imagen señalando que debido a que la imagen “sostiene a su hijo muerto en su regazo”, está incluida en la iconografía religiosa como “una piedad”, resaltando que “tiene una hermosa peculiaridad: alza su brazo izquierdo con gesto de elevarlo a su corazón” mientras que “lo sostiene con la derecha poniéndolo ante nuestros propios ojos”, explicando que “hace falta mirar a Jesús, para llevar las obras al corazón”.