La función principal de Instituto en honor a Nuestra Señora de las Nieves, de Los Palacios y Villafranca fue presidida este jueves 5 de agosto, por monseñor José Ángel Saiz. La Parroquia Santa María La Blanca acogió la solemne Eucaristía, donde mons. Saiz reflexionó sobre la presencia e intercesión de la Santísima Virgen, en el día en que la Iglesia celebraba la dedicación de la Basílica Santa María la Mayor en Roma.
Expresó a lo largo de su homilía, que “la presencia de Dios en la historia es siempre salvadora , y esto es tan cierto como el crecimiento de los brotes en el campo y de las semillas en el jardín”. Por eso, “el profeta anima al pueblo a un gozo semejante al novio que va a las nupcias. Hay que cambiar el vestido de duelo por el de fiesta, porque el tiempo de la angustia y del llanto va a pasar y llegan los días del gozo y de la felicidad”. Se trata, por tanto, “de la misma alegría que María cantó en el Magníficat, por las maravillas obradas por Dios en su vida y en su persona”.
María, es “la persona que llevó con más fuerza la Palabra de Dios, ella respondió al anuncio del ángel con humildad y confianza y desde allí su vida quedó absolutamente comprometida”, expresó.
Cristo hace nuevas todas las cosas
“Celebramos un año más las fiestas patronales y debe resonar en nuestras mentes y en nuestros corazones la Palabra del Señor: Mira, yo hago nueva todas las cosas“. De manera que, “Cristo hace nueva todas las cosas y su historia está jalonada por momentos de renovación de especial intensidad, a través de personas que han dejado actuar al Espíritu Santo en sus vidas, para llevar a cabo esas reformas”.
Exhortó a “recordar a María en todo momento, a reavivar las raíces cristianas, que a lo largo de los años, han dado frutos de fe, de cultura y de solidaridad”. Por tanto, “que María, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves nos ayude a escuchar la Palabra de Dios y a ponerla en práctica”.
Después de la Eucaristía, acompañada musicalmente por la Escolanía de Los Palacios, mons. Saiz compartió con los miembros de la comunidad parroquial y consagró al pueblo y a sus habitantes a la protección maternal de la Santísima Virgen María.