HABLAR POR DAÑAR NOS FRAGMENTA Y PERVIERTE (II)

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

En el interior de la Iglesia, como ha destacado más de una vez el Papa Francisco, también se practican la envidia, los celos, la rumorología, la murmuración, las habladurías e incluso la calumnia. En este caso, la rumorología y la calumnia escandalizan aún más y hacen mucho daño a la imagen del cristianismo, porque el Evangelio no solo implica no hacer daño a nadie, sino que exige el amor a todos, incluso a los enemigos.

Como miembros de la Iglesia, los celos, la envidia y la rumorología son las actitudes que más nos pueden decepcionar a lo largo de la vida. Con todo, la calumnia es mucho más grave porque, de alguna manera, calumniar a una persona es matar su dignidad.

Si los seres humanos queremos tener futuro, debemos reaccionar con decisión contra esta enfermedad social, porque mientras vayamos liberando la sociedad nos iremos liberando a nosotros mismos. La eliminación de la envidia, los celos y la rumorología nos permite ser mucho más felices. Por ello se dice que la gente feliz no habla mal de los demás.

Efectivamente, cuando estamos solos y en contacto con nosotros mismos, nos sentimos libres porque hemos superado una patología destructiva. Este bienestar interior nos ayuda a mantener unas relaciones sociales mucho más gratificantes en nuestro trabajo, en el entorno familiar, con los amigos, con los vecinos, etc.

Hay que hacer una campaña de vacunación contra los celos, la envidia, la rumorología -y no digamos contra la calumnia- porque es condición de posibilidad de regeneración en la tarea de construir una sociedad más habitable. Hay que soñar el día en el que, al mismo tiempo que ejerzamos nuestra función crítica, tengamos la categoría de valorar positivamente también los aciertos. Este cambio de actitud de ninguna manera es un signo de debilidad, sino que es una de las mayores manifestaciones de fortaleza, vigor y riqueza.

Sin embargo, donde debe haber un cambio sustancial más grande para lograr la credibilidad necesaria en la transmisión del mensaje cristiano, es en el interior de la Iglesia. El objetivo de la Iglesia es construir la fraternidad de toda la humanidad. Este objetivo se concreta mediante el servicio a todos los seres humanos, pero se inicia con la vivencia de la fraternidad dentro de la comunidad cristiana.

Tenemos que soñar con el día en el que las comunidades cristianas vivamos unidas, nos ayudemos unas a otras y estemos siempre al servicio de todos. La pregunta es: ¿cómo hacer una campaña general para superar la violencia verbal y la rumorología en el interior de cada uno, en el ambiente social y en las instituciones económicas, políticas, culturales y religiosas? ¿Por qué no empezar esta campaña hoy mismo? Cristo cuenta contigo y conmigo, así que ¡ánimo y adelante!

Jesús García Aiz

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