El refranero español es muy sabio y trae a cuenta con sus refranes realidades que nos iluminan y dicen mucho en cada circunstancia. Hoy me voy a fijar en aquel que dice “No hay mal que por bien no venga”. Estoy viviendo una realidad que se podía ver como una dificultad, un momento difícil, es una intervención quirúrgica, pero se ha llenado de posibilidades y de ver cuanto bueno aparece, cuanta cercanía, acogida, servicio. No me canso de dar gracias a Dios por este regalo que me abren los ojos a esa dimensión de una acción de gracias constante por los que estoy viviendo, lo que vivimos cada día.
La verdad que no es nuevo cuando una piensa que la Palabra de Dios está llena de esas paradojas evangélicas: que de la muerte nace la vida, el grano de trigo que muere para dar fruto, el último será el primero…
Durante esta pandemia estamos viendo tanta solidaridad, tanta entrega, tanto pensar en los otros….¡cuantos testimonios se dieron y se siguen dando! Hoy, al compartir mi experiencia, solo pretendo compartir el confiar en Dios que se manifiesta en los demás y que nos invita a querer vivir atentos a lo que podamos dar y recibir en cada momento. Dice el papa Francisco: “Tener fe no quiere decir que no tengamos dificultades en la vida, sino que somos capaces de afrontarlas sabiendo que no estamos solos”. No estamos solos porque Jesús es el Amigo fiel y está a tu lado, junto con los hermanos.
No podría terminar sin decirnos que la Virgen María fue mujer de fortaleza en los momentos difíciles de la Vida: Cuando escuchó la profecía de Simeón (Lc 2,22): “una espada te atravesara el corazón”, y en el momento cumbre cuando Jesús, su Hijo, muere en la cruz (Jn 19,17). Que María, la llena de GRACIAS nos invite a vivir con Ella el Magnificat: “Proclama mi alma la grandeza del Señor. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”.