Queridos fieles diocesanos:
El domingo 16 de mayo la Iglesia celebra la fiesta de la Ascensión del Señor a los cielos. También es el día en el que celebramos la 55 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Este año lo hace con el lema “`Ven y verás´… (Jn 1, 46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son”. Y es así, las personas son siempre lo primero en todo proceso comunicativo, por encima de los hechos que se comunican y, por supuesto, de los intereses empresariales o de cualquier otro tipo. La Encarnación de Cristo nos lanza siempre a este protagonismo de la dignidad de la persona que el humanismo cristiano ha sabido transmitir con fidelidad a lo largo de los siglos. Sigamos siendo expertos en humanidad.
Esta jornada debe servir para tener muy presentes a los periodistas, que cumplen la noble y necesaria tarea de contar la realidad, desvelar la verdad que transmiten los hechos e, incluso, interpretar los acontecimientos para ayudar a entender. Y no siempre es una tarea fácil. Más bien, todo lo contrario. El Papa Francisco, en su mensaje para la jornada de este año, les dice a los periodistas que en su vocación y fidelidad a la verdad en la comunicación “es necesario salir de la cómoda presunción del `como es ya sabido´ y ponerse en marcha, ir a ver, estar con las personas, escucharlas, recoger las sugestiones de la realidad, que siempre nos sorprenderá…”. Y les recuerda el consejo del beato Manuel Lozano, jienense de Linares, que les decía a sus compañeros de profesión: “abre pasmosamente tus ojos a lo que veas y deja que se te llene de sabia y frescura el cuenco de las manos, para que los otros puedan tocar ese milagro de la vida palpitante cuando te lean”.
También es una jornada que debe llevar a ser conscientes de nuestra responsabilidad como consumidores de medios y a tener una conciencia crítica que, en palabras del Papa Francisco, no debe llevar “a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos. Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: a ir, ver y compartir”.
Hay mucha elocuencia vacía, dice el Papa en su mensaje, mucho periodismo “de palacio”, autorreferencial, que “es cada vez menos capaz de interceptar la verdad de las cosas y la vida concreta de las personas”. Pero también hay un periodismo que sale y ve para contar, que arriesga y se compromete, que permite conocer la realidad de los que no cuentan, de las minorías. Agradezco la labor de tantos buenos comunicadores, a veces con riesgo de la propia vida, que son la voz de los que son ninguneados en nuestro mundo, aplastados por el poder de las ideologías que instrumentalizan para sus fines las verdaderas historias.
En el territorio de la Diócesis de Guadix hay una presencia pequeña, pero significativa, de medios de comunicación, que cumplen una función necesaria: emisoras de radio, medios escritos, televisiones locales, páginas webs, redes sociales. Gracias a ellos nos sentimos parte de una comunidad, nos mantenemos informados, conocemos las propuestas de otros y hasta tomamos conciencia de nuestra propia realidad y de nuestras potencialidades. Nos encontramos con los demás, con las personas, a través de todos esos medios, a los que agradezco su trabajo y a los que animo a ser fieles siempre a la verdad.
También la Iglesia diocesana se hace presente en esos canales, a través de la Delegación de Medios de Comunicación, ofreciendo noticias, ayudando a contar la vida de nuestra Diócesis, siendo cauce para que el “ven y verás” del Evangelio se haga vida hoy, con testimonios, con imágenes, con información. Felicito a nuestro delegado episcopal de medios de comunicación por su servicio precioso a la Iglesia y a nuestra Diócesis.
En estos tiempos de pandemia, además, hemos podido comprobar cómo los medios de comunicación nos han ayudado en las largas jornadas de confinamiento y han permitido llevar las celebraciones de las parroquias y de nuestra Catedral, a los hogares de muchos cristianos que no podían salir de casa. Aunque nada puede reemplazar el encuentro directo, la presencia física y el hecho de ver en persona, hemos podido celebrar en estas circunstancias el Año Jubilar del Beato Manuel Medina Olmos y el Año diocesano del Corazón de Jesús. Así fue como se difundió el Evangelio, con el testimonio directo de quienes creían y lo vivían, de quienes se habían encontrado directamente con Jesús y lo contaban. Por eso, ahora que la situación sanitaria lo va permitiendo cada vez más, conviene ir recobrando la participación presencial en las celebraciones, el encuentro directo con Jesús Eucaristía y con los hermanos.
En el Evangelio, Felipe invitó a Natanael a tener una experiencia directa con Jesús. “Ven y verás” (Jn 1,46). Aquella invitación suena hoy como el mejor reclamo publicitario, también para nosotros, que nos anima a tener encuentro personal con Jesús. Solo así podremos contar a los demás lo que hemos vivido y lo que creemos. Solo así podremos ser sus testigos: testigos que comunican y que son fieles a la verdad de un encuentro que ha transformado la existencia y quiere ser generador misionero de Buena Noticia para toda la humanidad.
Con mi afecto y bendición
+Francisco Jesús Orozco Mengíbar
Obispo de Guadix