La Iglesia Católica de Málaga celebra el próximo domingo, 9 de mayo, la Pascua del enfermo, un día para prestar especial atención a las personas enfermas y a quienes cuidan de ellas. Como muestran los evangelios, Jesús se acercaba a todas aquellas personas que estaban excluidas de la sociedad, y de forma muy especial, a los enfermos.
Siguiendo su ejemplo, la Pastoral de la Salud tiene un papel fundamental en las parroquias, y su delegado episcopal en la Diócesis de Málaga, José Ignacio Bermúdez Fernández, explica que «no es más que lo que la Iglesia viene haciendo desde siempre: estar al lado de los pobres, de los enfermos y de los más necesitados. El cristiano ha de estar presente en estas periferias donde a veces no llega ningún recurso». En este sentido, el obispo de la Diócesis de Málaga, D. Jesús Catalá, en sus constantes visitas pastorales por los diferentes arciprestazgos de la Diócesis y visita a los enfermos de cada lugar.
Una de las voluntarias de esta pastoral en la parroquia de El Salvador es Gema García, casada y con dos hijas, que explica que «nuestra misión es integrar a los enfermos que no se pueden desplazar a la parroquia llevando el Señor a su casa».
El equipo de la parroquia, formado por once voluntarias, se encarga de la visita a las personas que se encuentran enfermas e incapacitadas para acudir presencialmente a la parroquia. Como explica Gema, «les llevamos la Eucaristía, y compartimos tiempo con ellos para escucharlos y acompañarlos. Recuerdo especialmente el caso de una señora mayor que tiene Alzheimer y ya no habla, y en la visita que le hacemos, rezamos nosotras por ella. Un día llegamos a su casa y nos pusimos a rezar como de costumbre y, de repente, empezó a hablar y recitó entera la canción “Bendita sea tu Pureza”, y cuando terminó volvió a quedarse callada y no habló más. Esos momentos son únicos».
Además, antes de la pandemia, la parroquia abrió un centro de día parroquial. «Nos dimos cuenta de que muchas personas mayores, aunque sí se pueden desplazar a la parroquia, sufren uno de los males más graves que existen actualmente en la sociedad, la soledad. Por ello, vimos la necesidad de que tuvieran un espacio para ellas y decidimos crear un centro de día parroquial, que actualmente por la situación en la que nos encontramos se encuentra cerrado. Este centro es un lugar para que ellos estén integrados en la vida parroquial, realicen actividades, compartan su fe y se sientan parte de una familia cristiana. Es un sitio al que vienen para ser servidos y no servir, han estado toda su vida sirviendo a los demás y ahora les toca el turno a ellos», afirma Gema.
Así mismo, explica que, «los enfermos necesitan la ternura, la comprensión, la escucha y una cosa que ahora es imposible, los abrazos. En estos momentos, los enfermos lo están pasando muy mal, necesitan de nuestra paciencia, llevan mucho tiempo encerrados en casa y tienen mucho miedo con la situación actual, ahora más que nunca necesitan un sitio donde poder expresar todo lo que sienten». Cuenta que actualmente, debido al aumento de contagios, han suspendido las visitas, y lo han sustituido por llamadas telefónicas para acompañarlos en estos duros momentos.
Por otro lado, Gema reivindica el papel de las personas mayores en nuestra sociedad, «hoy por hoy a los abuelos no los valoramos tanto como se debería, y para mí son la verdadera fuente de sabiduría de una familia, de ellos podemos aprender mucho, y en muchos casos han sido los que han inculcado la fe a sus familias (enseñándolas) a rezar y yendo a Misa con ellas, son un verdadero tesoro», cuenta Gema.
Señala también que, «la fe es el principal motor en la labor que desempeñamos. Para nosotros la experiencia con el enfermo y los mayores es algo maravilloso. No tengo palabras, recibimos de ellos más de lo que les damos. Nos dan cariño, rezan por nosotras, aprendemos con su ejemplo a cómo sobrellevar una enfermedad con la fe. Compartimos muchos momentos durante este proceso y en muchos de los casos los acompañamos hasta sus últimos días». Además, este trabajo se realiza día a día, como ella misma cuenta: «el trabajo de la pastoral de la salud no es un trabajo que se quede solo en la visita del enfermo o el centro de día, es un trabajo que se desarrolla diariamente, cuando te encuentras a los abuelos en la calle, en Misa… nos gusta hacerles sentir, en cualquier lugar en el que nos los encontremos, parte de una gran familia».
Por último, recalca que «este trabajo se tiene que dar a conocer, es muy duro, te encuentras con la enfermedad y la muerte, y no todo el mundo está preparado para ello. Pero a la vez es un trabajo muy bello, en el que llegas a crear un vínculo muy fuerte con cada una de las personas y ves el rostro de Dios en cada una de ellas».
Enrique Rubio