Ángel Garrido se define como un “boquerón” que nació en Málaga en 1959. Siendo muy pequeño, sus padres le llevaron junto a sus hermanos a Andújar (Jaén) a estudiar al Seminario menor de los Padres Paules. Con 11 años empezó un recorrido vocacional. Un buen día vino a visitar la clase un misionero “al estilo de Francisco Javier” con su sotana y barba larga, pero “explicaba con tanto entusiasmo su experiencia misionera” que todos los chavales levantaron la mano para apuntarse a ir a las misiones. Sólo él cumplió con su promesa. “Como en los comics de Asterix y Obelix, yo me caí en la Marmita de pequeño”, afirma esbozando una sonrisa. La intención de sus padres, como la de todos los padres, era una formación más completa: “para mi padre, si los tres hubiéramos sido sacerdotes, hubiera sido feliz”.
Un buen día vino a visitar la clase un misionero “al estilo de Francisco Javier” con su sotana y barba larga, pero “explicaba con tanto entusiasmo su experiencia misionera” que todos los chavales levantaron la mano para apuntarse a ir a las misiones. Sólo él cumplió con su promesa.
¿Adónde te ha llevado el Jefe durante estos años?
Una vez ordenado sacerdote, y después de estudiar francés en Paris, mi primer destino durante 20 años fue Madagascar. Allí me encontré el típico ambiente misionero del comic de la revista “aguiluchos”. Africanos en taparrabos profundamente religiosos. Eso sí, a Jesús hay que buscarle un sitio en el poblado mundo de los antepasados.
Y de Madagascar a Cuba…
Me presenté voluntario. Cada año en Octubre nuestro superior pide voluntarios para la misión. Nuestra misión en Cuba se tenía que circunscribir al interior de la iglesia y a pequeñas comunidades del barrio. Eso sí, allí hay que saber que estás vigilado todo el tiempo. Lo que digas o lo que hagas llegará a conocimiento del régimen.
Después de la Patagonia chilena te vienes para España. Y de las misiones extranjeras a otra zona “en guerra”: el Puche (Almería)
Después de pasar por Sevilla y Burgos me llamaron a Almería. El Puche no es tan duro. A ver si pasan estos tiempos de pandemia y puedo ir a visitar a las familias, a sus casas. Creo que ese es el estilo misionero: visitar a la gente y hacerse cercano a todos.
¿Cuáles son las rosas y las Espinas de un barrio y una parroquia como la del Puche?
Sin duda, las rosas son la gente sencilla que sigue viniendo y tiene puesta su confianza en Dios y se ayudan mutuamente. Las espinas no están en que la comunidad musulmana se vaya haciendo mayoritaria, sino que se ha convertido en un gran sembradero de marihuana. Eso está pudriendo la vida de la gente del barrio. La gente que paga su recibo de la luz se ve sometida a constantes cortes de suministro que le amargan la vida. Eso les hace pensar en irse del barrio si tuvieran dónde y con qué. Aun así, hay que seguir confiando.
Sin duda, las rosas son la gente sencilla que sigue viniendo y tiene puesta su confianza en Dios y se ayudan mutuamente.
¿Cuál es el presente y el futuro de los Padres Paules?
El presente es una congregación histórica con una edad media alta que se encuentra con un gran peso institucional. Pero el reto es la capacidad humana y espiritual para entusiasmarse. ¿Por qué yo desde los 11 años hasta que me ordené seguí con mi idea de ser misionero? Porque aquel misionero que un día vino a nuestra clase hablaba con entusiasmo de la vocación. Y allí sigue con más de 80 años. La clave de las nuevas vocaciones tiene que ser el entusiasmo por nuestro carisma y la misión. Y así contagiar a los más jóvenes. En las manos de Dios estamos… ¡Que son muy buenas manos!
La clave de las nuevas vocaciones tiene que ser el entusiasmo por nuestro carisma y la misión. Y así contagiar a los más jóvenes. En las manos de Dios estamos… ¡Que son muy buenas manos!