Danilo Farneda, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga, ayuda a profundizar en el Evangelio del Domingo V de Pascua (San Juan 15, 1-8).
El Evangelio se refiere a una actitud esencial en todo discipulado, que consiste en mantenerse, en perseverar unido al maestro a lo largo del tiempo, cualesquiera sean las circunstancias.
No siempre resulta sencillo hacer vida la Palabra, mantener en pie la opción bautismal. Lo constatamos en nuestra experiencia de discipulado.
Jesús lo sabía muy bien. El entusiasmo de sus seguidores y de los mismos apóstoles en un contexto de éxito y de popularidad, no garantizaba nada. De hecho, muchos de los que le escuchaban tuvieron arrebatos de seguimiento y hasta demostraron un fervor que resultó del todo inconsistente a la hora de la contradicción.
Como el sarmiento da fruto si está unido a la vid, así el discípulo da frutos a condición de permanecer unido a su maestro.
Vivimos una cultura fuertemente marcada por el éxito puntual y por una levedad enorme en relación a la fidelidad a proyectos de vida estables. La perseverancia no parece estar de moda. Entre otras razones, porque queremos resultados inmediatos. Nos olvidamos que “los sueños más bellos se conquistan con esperanza, paciencia y empeño”. (Papa Francisco en Christus Vivit, 142)
Vivir el sueño de Dios en nuestras vidas exige perseverar en el camino de encuentro/unión con el Maestro. No se trata de una permanencia inerte, sino dinámica, creativa, comprometida.