Queridos hermanos y hermanas,
La paz del Señor esté con todos vosotros. En estos días de Pascua resuena este saludo del Señor resucitado a sus discípulos. Realmente el Señor ha resucitado y nos colma de gozo, transforma nuestras pobres vidas y las hace entrar en una nueva y definitiva orientación con su amor y misericordia.
Saludo con afecto fraternal al Sr. Arzobispo emérito y Administrador apostólico, D. Juan José Asenjo Pelegrina, así como al Sr. Cardenal Arzobispo emérito, D. Carlos Amigo Vallejo; a los miembros del Colegio de Consultores, del Consejo del Presbiterio, del Cabildo Metropolitano y del Consejo Pastoral Diocesano.
Igualmente quiero hacer llegar mi saludo en este día a los sacerdotes y diáconos que servís esta archidiócesis, a los seminaristas que os formáis en nuestros seminarios, a las monjas de vida contemplativa, a los religiosos y religiosas de vida activa, a los miembros de las sociedades de vida apostólica y de los institutos seculares y a las vírgenes consagradas.
Asimismo, saludo a todo el pueblo fiel que peregrina en esta archidiócesis hispalense, a las familias, a las personas mayores, a los jóvenes y niños, a los que colaboráis en las más diversas tareas pastorales diocesanas, ya sea en la formación y enseñanza, en la preparación de los sacramentos y las celebraciones, o en la intensa acción caritativa y social, así como a los que formáis parte de movimientos, asociaciones, instituciones, hermandades y cofradías. Desde que he tenido conocimiento de mi nombramiento rezo por todos vosotros con el deseo de conoceros pronto e iniciar un camino de fecunda colaboración y sinodalidad.
Quiero hacer llegar al mismo tiempo mi saludo respetuoso a las autoridades civiles, militares, judiciales y universitarias de la Comunidad Autónoma de Andalucía, de la provincia y la ciudad de Sevilla.
Ha querido el Papa Francisco nombrarme pastor para guiar desde el servicio esta archidiócesis de Sevilla a partir de ahora, en continuidad con el ministerio que han realizado mis venerables predecesores, especialmente D. Juan José Asenjo y el Cardenal D. Carlos Amigo y todos los obispos, arzobispos y cardenales que la han servido a lo largo de la historia. Agradezco al Santo Padre Francisco su confianza y desde aquí manifiesto mi adhesión y mi afecto filial a su persona y ministerio.
Vivo este servicio eclesial como una nueva llamada a la misión que encomienda el Señor a sus apóstoles; una llamada que como todo cristiano recibí en el bautismo al apostolado y la santidad, y que se concretó en el camino de la vocación sacerdotal.
Tengo presente vivamente el pasaje evangélico de la llamada a los apóstoles (cf. Lc 5, 1-11). El Papa San Juan Pablo II, que visitó Sevilla en diferentes ocasiones, propuso este pasaje como el paradigma de la acción de la Iglesia ante los retos del nuevo milenio en su carta apostólica Novo Millenio Ineunte. Esas palabras han quedado grabadas en mi corazón sacerdotal y en mi acción pastoral desde entonces, y conforman mi lema episcopal “Duc in altum”, rema mar adentro.
El Señor también nos invita a nosotros a remar mar adentro en medio de unas aguas no siempre fáciles y, en ocasiones, turbulentas, como las que ahora nos están azotando con la pandemia y la crisis sanitaria, económica y social que ha provocado, cuyas consecuencias se convierten para nosotros en un reto al que tenemos que dar respuesta desde la fe, la esperanza y la caridad. Como Pedro y los demás discípulos, somos conscientes de nuestra pequeñez y de nuestras limitaciones, pero no nos resignamos a quedar paralizados por el miedo, sino que nuestra confianza está puesta, más que nunca, en el Señor, que puede realizar pescas milagrosas también en nuestra época, y que nos asegura su presencia hasta el final de los tiempos (Mt 28, 20).
A esta apasionante tarea evangelizadora he dedicado mi vida en la archidiócesis de Toledo como sacerdote cuando la presidía el cardenal D. Marcelo González; en la archidiócesis de Barcelona, junto al cardenal D. Ricardo María Carles, como sacerdote y obispo auxiliar; y hasta ahora, en la diócesis de Terrassa, diócesis de nueva creación, como su primer obispo. Y a partir de ahora, con todos vosotros, trabajando unidos como una Iglesia que sale al encuentro de la persona, en esta nueva evangelización que proclamó San Juan Pablo II, y cuya estela han continuado el papa Benedicto XVI y ahora nuestro papa Francisco, una Iglesia en salida a las periferias existenciales y geográficas del mundo.
Soy consciente de que vengo a una archidiócesis con una rica historia, con grandes frutos de santidad y de servicio a las personas a lo largo de los siglos. Encomiendo especialmente el ministerio que me dispongo a iniciar entre vosotros a las mártires Santa Justa y Santa Rufina, a los obispos San Leandro y San Isidoro, al beato Marcelo Spínola, a San Fernando rey, y a las santas Sor Ángela de la Cruz y Sor María de la Purísima.
Pongo bajo el manto protector de la Virgen de los Reyes, nuestra Patrona, los anhelos pastorales de todos vosotros y el ministerio apostólico que pronto iniciaré. Que ella, nuestra Madre, nos proteja, nos guíe hacia Aquel que es nuestra verdadera Salud, y nos congregue como comunidad de discípulos en esta nueva hora.
Rezo por todos vosotros y me encomiendo a vuestras oraciones. Que Dios os bendiga.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo electo de Sevilla
y administrador apostólico de Terrassa