En Tiferno Tiberino, de la Umbría, beata Margarita, virgen de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, que, ciega de nacimiento, deforme y abandonada, siempre confió, sin embargo, en el nombre de Jesús.
Margarita nació ciega, coja y jorobada, en Meldola, Vado, Italia en el año 1287.
Pasó por muchas horas de contemplación en su vida.Desde la contemplación aprendió a relativizar todo, y ver cualquier acontecimiento como venido de las manos de Dios, aunque sean dolorosos.
Cuando los padres vieron que no se lograba el milagro de que su hija viera con sus ojos las maravillas de este mundo, la abandonaron. Pero el Señor hizo que algunas familias de la ciudad se encargaran de cuidarla.
Cuando fue mayor, la llevaron al monasterio. Las religiosas, en el fondo, conocedoras del tema, se sentían culpables de no hacer nada por el bien de la chica.
Le permitieron entrar en el monasterio, como laica dominica. En seguida se distinguió por su oración ferviente, su entrega a la penitencia hasta el encuentro definitivo con Cristo. Su gran devoción era la Sagrada Familia.
Cuentan que cuando murió (el 13 de abril de 1320), había tres perlas en su corazón: una de Jesús, otra de la Virgen María y la tercera de san José.
Sus restos mortales se encuentran en la iglesia de santo Domingo. Su cuerpo incorrupto es muy venerado por la gente de esta ciudad.
El obispo de la ciudad, en el año 1988, la declaró patrona diocesana de los no videntes. Fue beatificada el 19 de Octubre de 1609 por el Papa Pablo V.